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Últimos días para descubrir la relación entre el surrealismo y el diseño

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Eduardo de Vicente

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Uno de los movimientos artísticos más originales y llamativos del siglo XX fue el surrealismo, que revolucionó el mundo de la pintura, la literatura, el cine, la escultura y muchas otras disciplinas. Particularmente interesante fue su relación con el diseño y como, en muchos casos, cambió la visión habitual de los objetos cotidianos y los convirtió en arte. Esta interacción es analizada en Objectes de desig. Surrealisme i disseny, 1924-2020, la exposición que ofrece estos días CaixaForum y que se mantendrá hasta el domingo día 27, así que solo quedan 15 días para disfrutarla.

La muestra consta de 285 obras de arte y objetos creados por artistas como Dalí, Man Ray o Duchamp y arquitectos y diseñadores que van desde Gaudí hasta Le Corbusier. Bienvenidos a un mundo onírico donde todo, absolutamente todo, es posible. Ya la entrada es sorprendente. Una vez que se abren las puertas automáticas descubrimos que se ha habilitado un espacio circular de color azul en torno al cual se encuentran cuatro entradas para penetrar en los diferentes apartados de la exposición y un cartel en lo alto con el título de la muestra y una frase que nos advierte: "Esto no es una exposición".

Los inicios del surrealismo

El primer espacio es Sueños de modernidad y pretende explorar el inicio de esta corriente artística, el periodo que abarca desde los años 20 hasta los 50. Se inició en la pintura pero se fue ampliando a otros campos como el diseño, la moda o el cine. Los diseñadores descubrieron la posibilidad de dejar a un lado el mundo real e incorporar las formas orgánicas y la fantasía en los objetos. Una rueda de bicicleta sobre una silla, dibujos y pinturas de Dalí de 1929 y también fotografías posando con Gala en Portlligat, originales diseños de Le Corbusier, el Regalo de Man Ray (una plancha con clavos de cobre) o su película El misterio del castillo de los dados (1929).

La parte principal está ocupada por una silla gaudiniana de la Casa Calvet, el Arabesco de Carlo Mollino (una mesa muy elegante) y la tortuosa lámpara Bracelli creada por Dalí, como el cuadro que preside la sala, Mujer con cabeza de rosas Más adelante hay pinturas de Magritte y Corbusier y está la parte dedicada al surrealismo en EEUU en la que destacan los diseños del pintor catalán para un filme animado Disney, Destino, o las ilustraciones de las escenas oníricas de Recuerda, de Alfred Hitchcock. Enfrente se encuentran la sorprendente mesa de ajedrez curva de Noguchi o la mecedora ideada por Kiesler. Y podemos despedir este espacio visionando el clásico de Luis Buñuel, Un perro andaluz.

Jugando con la confusión y el absurdo

Entramos ahora en Imagen y arquetipo donde los artistas ya pretenden instaurar el absurdo, la confusión y el azar como la quesera de vidrio de Magritte con un pequeño óleo con un queso pintado. En unas vitrinas hallaremos insólitas versiones de unos moldes para hacer pasteles, un sillín de bicicleta, una percha o unas gafas de sol. Al fondo se combina el cuadro Plaza de Italia metafísica de Giorgio de Chirico con el vigilante ojo de El testimonio (Man Ray), la silla en forma de mano de Pedro Friedeberg, el pie de Gaetano Pesce o un capitel inclinado.

Los últimos objetos que nos muestran son igualmente revolucionarios,  la silla MAgriTTA ideada por Matta en homenaje a Magritte, que parece una manzana embutida en un sombrero, la lámpara caballo del equipo Front o Tour, la inesperada mesa de Gae Aulenti en la que ha sustituido las tradicionales patas por ruedas de bicicleta. Aquí también se encuentran unos platos decorativos con motivos característicos surrealistas (como el rostro de una mujer que aparece en el ojo de esa misma mujer tras una ventana) y pueden visionarse las películas Entreacte (1924) de René Clair y Redes de la tarde (1943) de Deren y Hammid.

Erotismo y femenismo

La siguiente parada nos lleva a Surrealismo y erotismo, que se inicia con unos libros de Freud y Breton y fotos icónicas de Man Ray pero nuestra atención se fija en el imaginativo retrato de la explosiva actriz Mae West que hizo Dalí, que puede verse en el museo de Figueres y una reproducción del sofá en forma de labios. También hay un espacio dedicado a las mujeres (sí, también ellas fueron surrealistas y feministas) con ejemplos como los de Dorothea Tanning, Mimi Parent o Dora Maar y objetos tan insólitos como Genio de la especie (una pistola hecha con huesos) o voluptuosas formas femeninas.

Se destaca la influencia del surrealismo en las portadas de prestigiosas revistas como Harper’s Bazaar o Vogue y podemos encontrar irónica bisutería con formas inusitadas como un broche creado por Jean Cocteau, unos pendientes de Man Ray, un cepillo (con pelo incorporado) de Bless o unos guantes, obra de Oppenheim. Destacan también el sofá de bolas de Pesce (La Mamma), una silla con piernas de hombre y, en las pantallas, se proyectan La estrella de mar (1928) de Man Ray y La concha y el reverendo (1928) de Dulac y Artaud.

El arte más exótico

El itinerario concluye en El pensamiento salvaje, que pretende mostrar como los surrealistas se inspiraron en muchas ocasiones en el arte africano, de Oceanía o los nativos americanos. Aquí hallaremos cuadros exóticos, sillas vegetales, el video de un esbozo de mobiliario, los dibujos con luz que hacía Picasso o el videoclip Utopia de Bjork, con motivos surrealistas. Atención a la cómoda ondulada ideada por Kuramata, la silla etrusca de Danny Lane u otra imposible repleta de ramas que hacen imposible sentarse y que parece haber inspirado la de Juego de tronos.

También hay un rincón dedicado a los Diseños para un planeta superpoblado, de Dunne & Raby, objetos inteligentes para un futuro distópico y fotos con su posible aplicación, podemos ver la Cabaña de los brasileños Fernando y Humberto Campana o la mesa capullo de Nacho Carbonell. A la salida nos reencontramos con el mundo real y nos da la impresión de haber despertado de un sueño, de haber viajado a un universo increíble y volver a poner los pies en el suelo.