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El Maldà recupera 'Barbes de balena', la reivindicación de una pionera

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Eduardo de Vicente

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Hoy nos puede parecer normal encontrar a mujeres en casi todo tipo de profesiones pero no siempre ha sido así. Hace poco más de un siglo era difícil encontrar presencia femenina en determinados puestos y, en muchas ocasiones, eran ignoradas o directamente invisibilizadas. Una de ellas fue Dolors Aleu i Riera (1857-1913), la primera licenciada en Medicina en toda España. Para paliar este olvido, su tataranieta Núria Cuyàs, junto a otras artistas como Anna Maria Ricart (dramaturgia) y Mònica Bofill (dirección) crearon Barbes de balena, la obra que han repescado en El Maldà para reabrir sus puertas y que podrá verse hasta el 1 de octubre.

Es una obra reivindicativa en la que cuatro actrices (Cinta Moreno, la coreógrafa Anna Romaní, la pianista Ariadna Cabiró y la citada Cuyás) explican la vida de la doctora entre canciones, anuncios y recortes de periódicos de la época. El escenario está ocupado por un piano y un micrófono mientras que, sobre unos taburetes, se vislumbran unas peceras y hay otras colgando del techo, así como unas tazas blancas en el suelo.

El protagonismo de las abuelas

Ya en el divertido inicio (las habituales frases para que apaguemos el móvil) descubriremos que hay más protagonistas, las voces en off de las abuelas que irán explicando algunas anécdotas de su vida para completar esta visión femenina panorámica. El prólogo es una canción a cappella compuesta por los nombres de las mujeres de sus respectivas familias. El efecto mágico que produce la unión de sus voces hace que, cuando entra el piano, casi esté de más.

La joven Dolors Aleu muestra su intención de convertirse en doctora frente a la postura generalizada de que las mujeres debían dedicarse únicamente a tareas domésticas. Para que podamos imaginar cómo era la sociedad en aquellos años se contrasta un texto suyo con otro de un autor que defiende la sumisión femenina. Paralelamente se van recordando sucesos trágicos en los que los verdugos eran mujeres, otro ejemplo de los prejuicios que había contra ellas.

Esclavizadas y encorsetadas

El texto combina el castellano y el catalán con naturalidad, algunas acciones son oportunamente remarcadas con el piano y alterna el protagonismo de Núria Cuyàs con la narración de Cinta Moreno (con una deliciosa voz radiofónica que parece salir de un estudio de doblaje) que va cambiando de personajes hasta el punto que sus propias compañeras ya no saben si es un hombre o una mujer. Nos hablan de la esclavitud que sufrían y la ceguera masculina que consideraba que era intolerable que tuvieran tales aspiraciones. Las abuelas ganan protagonismo a continuación y nos cuentan sus vidas, desde la que era analfabeta a la que también hizo una carrera, trayectorias muy diferentes.

Sus primeros años en la universidad son vistos con sorpresa por los hombres aunque coincide con dos mujeres más. La misma cara de asombro que pone un paciente cuando ve que el doctor es una mujer o los estudiantes en prácticas. Nos leen las cartas de consejos para sus hijos y sus reflexiones sobre el corsé (una metáfora de la opresión que padecían) como la prenda que más daño causa a una mujer. Algunos de estos textos son musicalizados y se convierten en canciones.

La lucha de una precursora

Relatan su amistad con la arpista Clotilde Cerdà y su sueño de crear una escuela para que las mujeres pudieran estudiar nuevas profesiones y la falta de apoyo a la que debió enfrentarse. Más dramáticos resultan sus últimos años donde nos confiesa sus sentimientos más profundos en el momento más emocionante del montaje. Todo ello para visibilizar la figura de una mujer con una vida apasionante, su lucha por hacerse un sitio en una profesión considerada exclusivamente masculina y su empeño por compartir su experiencia con otras. Dolors Aleu fue una pionera, una precursora que abrió un camino que luego seguirían muchas más a la que nos descubren en este espectáculo que consigue sacarnos algunas sonrisas (el contrapunto de las abuelas es muy simpático) así como concienciarnos de lo necesaria que es la igualdad entre hombres y mujeres. Ahora Dolors ya no es invisible, sino un ejemplo.