ZOMBIS EN LA CARTELERA

Bertrand Bonello saca a los fantasmas de Francia de la tumba

El director estrena en España 'Zombi child', una inclasificable obra que hurga en el trasfondo político y cultural del cine de zombis para reflexionar sobre el legado francés

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Nando Salvà

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Bertrand Bonello ha dedicado el tramo más reciente de su carrera a meditar sobre el pesado bagaje histórico y moral de Francia. A través del biopic ‘Saint-Laurent’ (2014) deconstruyó al modisto homónimo, uno de los grandes iconos exportados por el país; en medio de la ola de ataques terroristas que azotaron París estrenó ‘Nocturama’ (2016), fascinante mirada a una juventud gala que exorciza su confusión y su rabia poniendo bombas; y ahora, asegura él mismo, su octavo largometraje se hace la siguiente pregunta: “¿Qué hacemos los franceses con nuestro legado? Nosotros nos pavoneamos por haber inventado la revolución y ser adalides de la noción misma de libertad pero, ¿qué hay de nuestro pasado colonialista y esclavista?”

La película rastrea los orígenes de uno de los subgéneros más populares del cine de terror

Pese a lo que las palabras del cineasta den a entender, eso sí, ‘Zombi Child’ no es un drama de época ni una pesada lección de historia sino una obra inclasificable que habla de racismo y opresión pero también de las relaciones entre adolescentes, incluye tanto charlas académicas como algún número musical y, aunque por momentos exhibe maneras de documental etnográfico, rastrea los orígenes de uno de los subgéneros más populares del cine de terror. “La palabra zombi tiene su origen en el folclore haitiano, surgió a principios del siglo XIX para aludir al estado de trance en el que los esclavos de las plantaciones quedaban a causa del hambre y el agotamiento, medio vivos y medio muertos”, explica Bonello. “Las películas han transformado al zombi en una criatura que regresa del más allá para sorber sesos humanos, pero a mí me interesaba hurgar en su trasfondo político y cultural”.

Dos líneas narrativas

Con ese fin, ‘Zombi Child’ plantea dos líneas narrativas bien diferenciadas: ambientada en Haití en 1962, la primera de ellas se inspira en el caso real de Clairvius Narcisse, ciudadano del país caribeño de quien se dice que fue convertido en un no-muerto a través de un hechizo y explotado por los negreros; la segunda transcurre en la actualidad en un selecto internado parisino, donde cinco chicas –una de ellas es la nieta de Narcisse– desarrollan una ambigua amistad que implosiona cuando una de ellas decide recurrir al vudú. “La rodé en una escuela real, que fue fundada por Napoleón, y ello otorgó a la película una dimensión política adicional”, indica el director. “Después de todo, Napoleón quiso reinstaurar la esclavitud en Haití y así inició una revolución, a causa de la cual el territorio se convirtió en el primer país negro independiente”.

Parte del filme se inspira en el caso real de Clairvius Narcisse, un haitiano del que se dice que fue convertido en no-muerto a través de un hechizo

Rodar en el Caribe, reconoce Bonello, no fue fácil. “De entrada, en Haití no hay infraestructuras, nada funciona; que tu coche arranque por la mañana es motivo suficiente para dar gracias a Dios. Además, es un lugar azotado por los disturbios, y durante parte de mi estancia allí permanecí encerrado en el hotel porque afuera había disparos”. Pero lo que más complicado le resultó, añade, fue explicar a los lugareños qué pintaba él, un hombre blanco, haciendo una película sobre el vudú. “Sienten que los occidentales les hemos robado. Primero fuimos los franceses a través del sometimiento colonial, y luego fueron los estadounidenses, que en el siglo pasado no solo saquearon toda su madera sino que también se enriquecieron apropiándose de su cultura y convirtiéndola en entretenimiento”.

Huir del escapismo

‘Zombi Child’ reivindica el rico acervo haitiano, y en el proceso contribuye a devolver al cine de terror algo de lo que, sostiene el director, llevaba un tiempo careciendo. “En el pasado esas películas estaban llenas de política e ideología, pero luego esa carga desapareció y se convirtieron en puro escapismo. En ese sentido, me ilusiona mucho el trabajo de jóvenes directores como Jordan Peele y Ari Aster, porque deja clara toda la hondura que el cine de género es capaz de alcanzar”.