40 AÑOS DE SU ESTRENO

'A la caza (Cruising'): intriga criminal y sadomaso gay

Al Pacino interpreta a un policía infiltrado en los ambientes más sórdidos para atrapar a un asesino de homosexuales. Se estrenó el 14 de agosto de 1980

Al Pacino, en un fotograma de 'A la caza'

Al Pacino, en un fotograma de 'A la caza'

Quim Casas

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William Friedkin se había acostumbrado a los grandes éxitos: en los años 70 no hay otros mayores que los de 'Contra el imperio de la droga' y 'El exorcista'. Pero sus dos siguientes películas, 'Carga maldita' y 'El mayor robo del siglo', no funcionaron en taquilla. Un poco extraviado después de haber sido considerado uno de los reyes Midas del Nuevo Hollywood, Friedkin realizó una de sus más arriesgadas piruetas: un relato de intriga ambientado en los clubes de sadomasoquismo gay.

'A la caza' es el título que recibió en España, donde se estrenó el 14 de agosto de 1980. Hoy la gente está más familiarizada con el concepto del título original, 'Cruising', la búsqueda de un amante ocasional caminando, generalmente por un bosque, en el contexto LGTB. Esto es lo que debe hacer, aunque en discotecas y bares, el protagonista del filme. Steve Burns (Al Pacino) es un agente de policía infiltrado en esos ambientes gay para atrapar a un asesino en serie de quien se nos dice que su semen carece de esperma.

La polémica estaba servida, ya que A la caza presenta de modo realista los lugares más sórdidos del Nueva York gay. Hubo quien dijo que la película era homófoba. Hubo quien la defendió aduciendo todo lo contrario. Eran los tiempos de gloria musical de los también neoyorquinos Village People. Nunca antes, en una película de gran producción de Hollywood, se habían mostrado de manera tan franca las relaciones homosexuales, sus códigos clandestinos o el 'fist fucking'. Friedkin tenía cierta experiencia: uno de sus primeros largometrajes, 'Los chicos de la banda' (1970), se centra en la fiesta de cumpleaños celebrada por ocho jóvenes homosexuales.

Reacciones airadas en contra

El director recordaba en su autobiografía, 'The Friedkin connection', que "daba por hecho que el filme despertaría controversia, aunque para mí el sadomaso gay era sobre todo un ambiente inédito para el gran público en el que podía ambientarse una intriga criminal. Pero antes de rodar una sola escena ya se desataron las reacciones airadas en contra. Después, amenazas de muerte. Y una vez finalizado el filme, hubo pases de prensa incendiarios y críticas demoledoras. Quiero abordar argumentos que siempre me han fascinado: el bien y el mal en nuestro interior, los deseos antagónicos. Descubrí que el tiempo de la ambigüedad había pasado. Amanecía la era Reagan, sedación, optimismo y superhéroes".

La película era un puñetazo ambiguo pero nada moralista. Al menos lo que se vio en el momento de su estreno. Los productores eliminaron 40 minutos del montaje final. Este metraje 'perdido' fue recreado libremente por James Franco y Travis Matthews en su película 'Interior. Leather bar' (2013), mezcla de documental y ficción sobre las escenas censuradas.