CRÓNICA DE MÚSICA

Sabina Puértolas ilumina las noches de Peralada

La soprano triunfa en la clausura de la oferta lírica del festival ampurdanés

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Pablo Maléndez-Haddad

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El último de los recitales líricos del Festival Castell de Peralada 'Livestream' corrió por cuenta de una de las voces más versátiles del panorama español, la soprano navarra Sabina Puértolas, que reemplazaba a Carlos Álvarez que debió cancelar por enfermedad. Acompañada por un imbatible Rubén Fernández Aguirre al piano, Puértolas volvía al certamen ampurdanés después de su lejano debut en el 2006 en la zarzuela 'Luisa Fernanda'.

Después de dos de las 'Seis baladas' sobre textos italianos de Albéniz, Sabina Puértolas miró al Barroco de Händel y a ese Mozart que tanto le va a sus medios con dos arias que desgranó sin problemas, subrayando siempre el aspecto teatral del texto, lo que también puso de manifiesto en la florida “Non si dà follia maggiore”, de 'Il turco in Italia', de Rossini, en la que dominó la coloratura e impuso variaciones de virtuosa.

Soltura y naturalidad

Ello después del Preludio de 'L’Arlesiana' de Cilea, que interpretó al piano un concentrado Fernández Aguirre luciéndose especialmente en esas 'Pinceladas líricas' que él mismo encargó al compositor Carlos Imaz con melodías de diferentes regiones de la Península, incluyendo la popular 'Rosor'.

Antes llegaría otro de los grandes momentos de la velada, la escena de 'La Sonnambula' que Puértolas despachó con soltura y naturalidad coronada con un Mi bemol precioso.

De Granados se incluyeron dos de las 'Canciones amatorias' para más tarde emocionar con el aria de ‘Mirentxu’ de Guridi “Goizeko eguzki argiak”, cantada en un euskera dulce y matizado en un fraseo de ensueño. Triunfó con las populares carceleras de la zarzuela 'Las hijas del Zebedeo' de Chapí, y despidió el programa con 'Yo soy María', de la ópera-tango 'María de Buenos Aires' de Piazzolla, introducida desde el piano por 'Verano porteño', creándose una escena que Puértolas puso en situación cantando descalza y acento arrabalero.

Para no romper la atmósfera, como propina se arrancó con el vals de Musetta de 'La Bohème' en una versión sencillamente antológica.