SANT JORDI DE VERANO

El libro, un refugio en plena pandemia

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Elena Hevia

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Que la lectura es un refugio contra las penas es sabido, pero quizá necesitábamos que la prueba del nueve nos lo demostrase prácticamente. Tenía que producirse una pandemia para que los libros, acogedores y sabios, se  colocaran en el centro de nuestra vida cotidiana y nos ayudaran. Como ha ocurrido. Este mes de julio, el índice de lectura ha aumentado en un 50 % respecto al año anterior, buena parte de las librerías han logrado plantarle cara a la crisis frente a los más agoreros gracias al empeño de los lectores y los librosse han colocado en el centro del discurso cultural. Porque sí, habrá quien afirme que la letra impresa ha perdido peso en nuestro mundo digital, pero la realidad tozuda afirma lo contrario. ¿Cómo si no, se comprende, por poner solo un ejemplo, el alud de ensayos exprés que de una forma u otra intenta arrojar luz sobre la covid-19 y sus circunstancias y que son la gran tendencia de este Sant Jordi de verano? No ha habido productos audiovisuales en la misma medida y eficacia que los libros que han intentado explicarnos esta nueva realidad. 

Entre las distintas señales que revalidan ese poder está el éxito de ventas de un ensayo que reivindica el amor a los libros y que lleva ya 16 ediciones desde su aparición a finales del año pasado y se ha vendido a 21 editoriales de todo el mundo.  ‘El universo en un junco’ (Siruela y en septiembre habrá edición catalana en Columna), ha dado una gran visibilidad a su autora, la zaragozana Irene Vallejo  filóloga, periodista y divulgadora cultural. Este éxito inesperado  cuenta de forma tan erudita como amena cómo los libros, “corredores de fondo” de la cultura, echaron a andar desde Grecia y Roma a través de una historia de 30 siglos y no se han detenido desde entonces.

El hilo que nos conecta con los escritos del pasado no se ha roto  porque a lo largo de la historia esos textos fueron copiados a mano o preservados para que no se perdieran por letraheridos que no obtuvieron grandes riquezas por hacerlo. Los ‘Diálogos’ de Platón, la ‘Ilíada’, la ‘Odisea’ o la tragedias griegas jamás se han dejado de leer, incluso en los tiempos más oscuros. Hoy podemos vincular aquellos  clásicos, como hace Vallejo, con  la violencia de Tarantino, la consideración literaria del bardo Bob Dylan o la contemporánea adicción a las series de televisión. ¿Hay que añadir que la autora conoció la antigua Roma a través de Astérix?

Lidiar con el caos

La situación sanitaria extrema ha puesto en valor asegura Vallejo la importancia de contarnos historias a nosotros mismos . Somos el único animal que lo hace y es un fenómeno que se repite en todas las civilizaciones: “Hay una necesidad de volcar nuestra experiencia en el relato y así lidiar con el caos, la incertidumbre, la angustia y de darle sentido a lo que nos ocurre”. Podría decirse que en estos tiempos de covid nos hemos convertido en una especie de antiquijotes. Si el de Cervantes se volvió loco de un empacho de lectura, los libros de los días de encierro nos han servido para no perder la razón. “Mucha gente se ha dado cuenta durante el confinamiento de lo hospitalarios y acogedores que son los libros. Hemos comprobado que las pantallas son insustituibles pero también necesitamos el refugio de la serenidad y la paz que ofrecen los libros”. Las redes, en perfect simbiosis de pasado y futuro, se han llenado de presentaciones, clubs de lecturas, conferencias y debates en torno a la lectura.

"Mucha gente se ha dado cuenta durante el confinamiento de lo acogedores y hospitalarios que son los libros "

Irene Vallejo 

En momentos de incertidumbre, los libros también sirven para buscar respuestas en el pasado. Eso es lo que ha hecho que novelas como ‘Diario del año de la peste’ de Daniel Defoe  o ‘La peste’ de Albert Camus fueran títulos solicitados durante la pandemia, obligados  a buscar relatos que nos hablaran de encierros, enfermedades, infecciones u obras escritas durante todo tipo de confinamientos.  “El futuro es un país desconocido por eso nos calma saber a qué situaciones se ha enfrentado ya la humanidad y la única posibilidad de hacer pronósticos se basa en lo que ya ha ocurrido. Conocer el pasado nos tranquiliza un poco”, valora Vallejo.  

Pericles y la epidemia

Puestos a buscar una enseñanza concreta del pasado, la escritora no duda en señalar el famoso episodio recogido por Tucídides en ‘La historia de la guerra del Peloponeso’ en el que el dirigente griego Pericles , en fecha tan lejana como el 430 antes de Cristo, ofreció a la ciudadanía un discurso ensalzando el valor de la solidaridad en la joven democracia ateniense atenazada por una epidemia, probablemente de tifus. La lección de Pericles es que a un ciudadano próspero no le sirve de nada su fortuna si la sociedad en la que vive se está derrumbando. Los problemas se afrontan mejor en una comunidad fuerte en la que todos estaremos mejor a título individual porque a todos nos ampara la resistencia de la red.  “Son palabras que llegan a nosotros desde la antigüedad y que podemos escuchar confiados dejando de lado las ideologías, los prejuicios y la actualidad vertiginosa”. 

Atenas, es sabido, perdió un tercio de su población por aquella plaga, el propio Pericles murió en ella pero las soluciones y las reflexiones de entonces no son muy distintas a las actuales. “No hay que poner en un pedestal el mundo clásico -dice Vallejo-. Había esclavitud, marginados y marginadas, censura  y especulación inmobiliaria pero los libros nos permiten reflejarnos. Somos nosotros. Allí se inicia una conversación que todavía no se ha interrumpido”.