RUTA DE FIESTAS

Hotel Cochambre: "Somos un servicio público de divertimento"

El grupo cumple 20 años con su loco menú de versiones, de Metallica a El Fary, y una intensa hoja de ruta en el circuito de fiestas mayores que este domingo se desvía al festival Fes Pedralbes

Benito Inglada del grupo Hotel Cochambre

Benito Inglada del grupo Hotel Cochambre / periodico

Jordi Bianciotto

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Benito Inglada tuvo un sueño: una banda de versiones de las canciones más populares del mundo que rendiría homenaje al imaginario de los hoteles, con su servicio de habitaciones, su botones y su conserje. De ahí salió Hotel Cochambre, institución del solaz y el recreo recibida con alborozo en las fiestas mayores del país. Este domingo pone de largo su 20º aniversario en Fes Pedralbes.

¿Qué representan para ustedes las fiestas mayores?

¡Es de lo que vivimos! Por eso ahora estamos tocados; hemos estado cuatro meses sin actuar. Ya nos anularon el concierto de 20º aniversario en la sala donde empezamos, Salamandra, 13 de marzo, ¡aquel viernes 13! Este mes, de 19 conciertos, hemos rescatado nueve. Hemos tocado en las fiestas de Barberà del Vallés y lo haremos en las de Quart, Santa Cristina d’Aro, Cabrera de Mar, Andorra la Vella... Estas se han salvado.

Hotel Cochambre revolucionó las fiestas con sus versiones imprevisibles y su puesta en escena.

Disfrazados de ascensorista, botones, cocinero... Y yo, de conserje, con un poco más de rango. Yo vi que en las fiestas mayores había un hueco más allá de las orquestas para gente mayor y las bandas de versiones de rock. Faltaba ironía, diversión y fiesta. Tenía mi grupo, Benito y Por Narices, pero me apetecía hacer versiones. Nos cogieron en Bikini, y Pau Sampietro, de Èxits Management, vio que todos los miércoles ocurría algo extraño allí. Nos llevó al Mercat de Música Viva de Vic, y a la Fira de Tàrrega, y de allí a las fiestas mayores. Y desde el 2004 estamos una vez al mes en Luz de Gas.

Usted tenía un trabajo serio.

En la editorial Destino. Me despedí. Les dije: “me voy a cantar por los pueblos y las aldeas”. El segundo año de dejarlo, con Hotel Cochambre ya hacíamos cien bolos, y desde entonces no hemos bajado de esa cifra.

¿Recuerda la primera fiesta mayor?

En un pueblo de Lleida, a las cinco de la madrugada... Ya no había nadie sano allí a aquellas horas, y nosotros tocando disfrazados.

El público de las fiestas, ¿es difícil de manejar?

A una sala como Luz de Gas, la gente va a verte, y en las fiestas, te encuentra allí. Son mundos distintos. Debes tener una capacidad camaleónica, desdoblarte, y acabas aportando todo lo que has aprendido en tantos años de carretera. Con solo una mirada al público ya ves qué repertorio hay que tocar.

Son un ‘jukebox’ con patas.

Tocamos de Metallica a El Fary, pasando por Camilo Sesto o Estopa. Somos un servicio público de divertimento absoluto. Tenemos repertorio para cuatro o cinco horas, aunque tocamos dos o dos y media, con toda la locura de nuestra coctelería cochambrosa. Lo hemos tocado todo. ¡Menos ‘El tractor amarillo’! Aunque le hacemos un guiño.

Tienen hasta su ‘set’ metalero.

Es la parte en que yo descanso y canta el batería, el gran Dani Navarro, mientras toca el doble bombo. Tiene una voz extraordinaria y se monta su ‘medley’ con Barón Rojo, Iron Maiden, Judas Priest...

¿Qué es lo más gordo que les ha pasado en esas noches y madrugadas insondables?

De todo. Que antes de salir a actuar un tipo borracho como una cuba suba al escenario y se lleve un altavoz, un monitor. “Eh, ¡que mi padre es el alcalde!”. Y cosas más bonitas: el otro día nos regalaron una maqueta de nuestro escenario con unos Clicks de Famobil que éramos nosotros. Ves eso y te mueres de amor.

¿El mundo necesita las fiestas mayores?

Absolutamente, y más con todo lo que ha pasado. Nosotros también hemos estado tristes; se nos han muerto familiares. Pero la gente necesita alegría, y cantar con el de al lado, y brindar, y conocerse... Muchísima gente se ha conocido en las fiestas. Nos han pedido tocar en bodas mil veces, pero eso no lo hacemos.

¿Qué le espera al público de Fes Pedralbes?

Con la gente sentada habrá más diálogos. Aunque a mí, con las mascarillas, la mente se me descontrola, porque no sé si el público está cantando, o riendo, o mirando serio... Con la mascarilla hemos borrado la sonrisa. Pero estos conciertos hay que hacerlos. Ante la gente que ha salido de casa, o del pueblo, y ha cogido el coche, y se ha gastado un dinero para vernos..., yo me dejo la vida.

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