EXPOSICIÓN

Las ventanas que desafiaron el confinamiento

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zentauroepp53621713 valencia200602175158 / Miguel Lorenzo

Nacho Herrero

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Un mes y medio de estricto confinamiento da para mirar mucho por la ventana y seis semanas de encierro también dan para dejar volar la imaginación. Por eso el Centre del Carme de Cultura Contemporània pidió a ilustradores y profanos que se animaran a plasmar sus ensoñaciones mirando al infinito o al edificio de enfrente y el resultado fue tan bueno que ha sido la primera exposición que este museo de València ha inaugurado en la desescalada.

Paco Roca se veía bañándose desnudo en una piscina abandonada debajo de su casa escandalizando, o no, al vecindario; Javier Mariscal imaginaba a sus ‘garriris’ en una masía jugando en el jardín o tomando algo; y el reciente premio nacional de ilustración, Paco Giménez, prefirió llenar de veletas la azotea de enfrente.

Como estos ilustradores, decenas de artistas, diseñadores y arquitectos pero también de niños y familias enteras ‘escaparon’ del mes y medio de estricto confinamiento por el coronavirus interviniendo sus ventanas. Imaginando qué les esperaba fuera o qué querrían que les esperara.

Un ingenioso y sencillo sistema de cables y monociclos ideado por el madrileño Juan Berrio permitió imaginar el reencuentro en las alturas entre dos atrevidas amigas que viven una enfrente de la otra. Tan cerca siempre y tan lejos durante ese tiempo. Como hay muchos sueños comunes y ciudades en las que llueve mucho, hay quien imaginó esa misma escapatoria pero en formato telecabina.

Con las calles extrañamente vacías, en estas semanas hubo mucha actividad en las azoteas. Hubo quien vio a Spiderman, a Batman e incluso a King Kong pero también a una niña saltando de una a otra cantando con su paraguas.

Paseaba ajena a los helicópteros y cohetes espaciales que aterrizaban entre las cuerdas para tender la ropa con la misión de rescatar a quienes creían que ya no podían más. Eso sí, los pilotos tuvieron que tener cuidado porque por el cielo volaban ballenas y monstruos. Detrás de algunos de esos sueños estaban artistas urbanos o ganadores de Premios Goya.

"Hemos querido seguir generando agitación cultural en un momento en el que no era posible ir a los museos y a los centros culturales", explicó José Luis Pérez Pont, director del Centre del Carme.

El colectivo Arquilecturas ha sido el impulsor de este ‘Desde mi ventana’ y una de sus patas, Silvana Andrés, destacó que el proyecto ha supuesto "una democratización de la creatividad, que es algo que nos une a todos, más allá del talento". Por eso, remarcó, hay intervenciones de niños y niñas de apenas dos años junto a las de premios nacionales.

Pero Andrés reivindicó también que el proyecto ha sido la plasmación "del derecho a aburrirse, a no ser siempre productivo y a imaginar cómo puede ser la vida de otra manera".

Para ‘abrir’ esas ventanas en la Sala Zero del CCCC se han unido dos técnicas tan alejadas en el tiempo como efímeras, propias de este confinamiento que ya se disuelve. Con el carboncillo se han recreado las estancias de una casa. Desde el sofá al que tanto uso se le ha dado, a la explotada cocina y a las propias ventanas. Dentro de ellas un ‘videomapping’ ha dado vida a las más de setenta creaciones recibidas. Y siguen llegando.