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El actor Mel Gibson vuelve a la (pequeña) pantalla

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Eduardo de Vicente

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Mel Gibson se convirtió en una estrella en los años 80 gracias, sobre todo, a las sagas de Mad Max y Arma letal. En los 90 triunfó como director con Braveheart y, desde entonces, parece más ocupado en esta tarea (Apocalypto, La pasión de Cristo, Hasta el último hombre) que en la de intérprete cuyo fulgor se ha ido apagando progresivamente perdiéndose en papeles secundarios o en películas intrascendentes. Curiosamente estos días regresa a las pantallas con dos nuevas películas que podrán verse en plataformas digitales.

La creación del gran diccionario inglés

La primera de ellas, Entre la razón y la locura (The Professor and the Madman) llega hoy a Filmin y está coprotagonizada por otra estrella en baja forma, Sean Penn. Es un drama histórico basado en hechos reales y dirigido por el anónimo P. B. Shemran, pseudónimo bajo el que se esconde el director iraní Farhad Safinia (guionista de Apocalypto). En el reparto también figuran dos actores de Juego de Tronos, Natalie Dormer (Margaery Tyrrell) y Stephen Dillane (Stannis Baratheon), además de otros excelentes actores británicos como Steve Coogan o Eddie Marsan.

La acción se sitúa en el Londres de finales del siglo XIX, donde un profesor escocés es encargado de crear un nuevo diccionario de Oxford que recoja todas las palabras del idioma inglés. Es una tarea muy compleja y carece de personal para hacer su trabajo por lo que pide que la gente, voluntariamente, le ayude. Su principal colaborador será un doctor exsoldado esquizofrénico que está encerrado en un manicomio por haber asesinado a un hombre por error.

Una gestación muy compleja

El filme parte de una premisa interesante y es muy curioso ver cómo trabajan buscando la historia y evolución de cada palabra. Igualmente resulta atractivo ver cómo transcurren en paralelo las vidas de dos personajes tan distintos y cómo se compenetran. La primera hora te mantiene en tensión aunque en la segunda hay varias escenas que no resultan demasiado creíbles y perjudican al conjunto.

El motivo de esta irregularidad puede deberse a las diferencias de opiniones que surgieron entre la productora y el equipo formado por Gibson y el director. Gibson intentó prohibir su estreno al considerar que aún no estaba acabada y, al no conseguirlo, se negó a participar en la promoción y el director firmó con seudónimo. Las críticas fueron demoledoras pero tampoco es tan horrenda como aparenta. Es un homenaje al mundo de la literatura y trata temas como el debate entre calidad y comercialidad o cómo la lectura ayuda al enfermo a huir de sus monstruos. Y, en el fondo, es la historia de una redención, de una respetuosa amistad y de las segundas oportunidades.

Y contiene algunas curiosidades, ya que tanto Penn como Gibson presentan un insólito look con grandes y frondosas barbas y, cuando el personaje de Gibson, enumera los idiomas que domina, además de lenguas muertas, inglés, alemán, francés o castellano también cita el catalán…

Un policía muy letal

Su otra nueva cinta es Dragged across concrete, que emitirá en breve Antena 3 TV y podrá recuperarse en Filmin. Es una película de intriga firmada por S. Craig Zahler, que debutó en el 2015 con el interesante wéstern Bone Tomahawk. Gibson comparte protagonismo con Vince Vaughn (De boda en boda, True detective), que no utiliza su registro de cómico, y los afroamericanos Tory Kittles (visto también en True detective  y en Harriet: en busca de la libertad) y Michael Jai White (Spawn, El caballero oscuro). Igualmente figuran en papeles secundarios, casi cameos con una escena cada uno Don Johnson (Corrupción en Miami), el alemán Udo Kier (Historia de O, Bacurau) y Jennifer Carpenter, que fue la protagonista de Quarantine, la versión norteamericana de [REC].

Gibson (Brett Ridgeman) y Vaughn (Anthony Lurasetti) son dos veteranos policías neoyorquinos con un impresionante historial a sus espaldas, pero utilizan métodos que no se ajustan del todo a la legalidad. Un desconocido les filma mientras interrogan a un hispano en el exterior de un edificio y el vídeo llega a las televisiones, que les acusan de racismo y utilizar una fuerza excesiva. Su superior, que fue compañero del primero años atrás, se ve en la obligación de reconocer su eficacia aunque no tiene más remedio que suspenderles durante un tiempo.

Flirteando con el lado oscuro de la ley

Ambos agentes atraviesan una complicada situación personal. Ridgeman vive en un barrio marginal donde su hija es acosada y su esposa, una expolicía, padece esclerosis múltiple. Su colega tiene novia, es una mujer muy inteligente que adivina sus pensamientos y piensa pedirle que se case con él pero nunca encuentra el momento y duda si podría ofrecerle la vida que merece. Su futuro sería muy diferente si tuvieran el dinero del que carecen. Por eso se plantean dedicar el tiempo que tienen libre y su experiencia para pasarse al otro lado de la ley.

Su objetivo será un misterioso delincuente que parece estar preparando un golpe importante. Deciden vigilarlo día y noche para descubrir lo que está tramando y robarle el botín. Pero, como de costumbre en estos casos, todo resultará mucho más complicado de lo que aparenta. Un joven afroamericano que acaba de salir de la prisión y ha sido reclutado por el criminal tendrá un papel más importante del que imaginaba.

Un metraje excesivo

Es una aceptable cinta lastrada por su duración algo excesiva (159 minutos) de los que, perfectamente, podría haberse eliminado sin problemas como mínimo media hora. Puede resultar algo lenta ya que tarda media película en presentar a los personajes y no empieza a animarse hasta la mitad del metraje cuando hay algo de acción. Lo más interesante es la reflexión que hace sobre las dudas morales de los protagonistas sobre si deben seguir adelante para conseguir el dinero o cumplir con su función de policías y socorrer a las víctimas. Igualmente el tramo final está repleto de sorpresas y consigue interesar más. Dos opciones para reencontrarse con un actor que parece estar buscando una oportunidad para recuperar el tiempo perdido.