Crítica de 'Traditional techniques', de Stephen Malkmus: en busca de la paz espiritual

Stephen Malkmus ha alcanzado un estadio de su carrera en el que puede adoptar registros formalmente alejados sin dejar de sonar a él mismo. De este modo, si el año pasado desviaba su arte y confección de la canción hacia planos electrónicos en ‘Grooved denied’, ahora bascula hacia el polo opuesto, como hace notar en el mismo título de su nueva obra, ‘Tradicional techniques’. Valiéndose de instrumentaciones ancestrales, de aire y madera, despliega un neo-folk lisérgico con vistas a oriente que se distancia de sus conocidos menús indie-rock desarrollados desde sus días al frente de Pavement.

Si aquel fue un grupo orgullosamente eléctrico, que se nutría de las enseñanzas del pos-punk y las vanguardias ruidistas sin perder de vista la melodía pop, este Stephen Malkmus cruza fuentes enchufadas y acústicas, y añade al paisaje artefactos como esa especie de laúd afgano llamado rabab y las percusiones conocidas como daf o kaval. Malkmus siempre tuvo ese lado de arquitecto de atmósferas en trance, pero nunca lo había desarrollado con tal determinación y valiéndose de ese instrumental ajeno a la cultura rock.

De la Velvet al desierto

El álbum sorprende desde las notas de flauta y sitar que saludan al oyente en la canción que lo abre, ‘ACC Kirtan’, con sus más de seis minutos de senderismo purificador, y le llevan a otro plano mental valiéndose de la voz de la cantautora Joy Pearson y de un trayecto en forma de ‘jam’. Malkmus, cautivado por una mística con un pie en los últimos confines del mundo, flotando en ‘Xian man’ sobre un ‘groove’ de reminiscencias subsaharianas, digno de Tinariwen, cruzado con la crudeza serena de The Velvet Underground.

El rumbo sigue una cadencia tranquilamente enrarecida, es decir, no tan lejos del clima cultivado en otras obras del pasado, si bien la textura aquí sea muy distinta. El bouzouki y el sitar, trenzándose con la guitarra eléctrica y la acústica de doce cuerdas de un modo que haría feliz a Tom Verlaine, y siempre al servicio de la canción: ‘Shadowbanned’, ese ‘single’ cuyo videoclip alude a los retoques de ‘photoshop’ que tantos artistas aplican a las fotos que ilustran las portadas de sus discos, y donde aparecen colegas como Mac DeMarco, Kim Gordon, Sharon Van Ette, Kurt Vile y Conor Oberst.

‘Traditional tecniques’, álbum con hechuras de obra integral en la que perderte durante 41 minutos, en la que Malkmus ha trabajado de nuevo con Chris Funk (Decemberists) a la producción, desafía el sentido de la urgencia de nuestros tiempos, esa tendencia inquietante a quererlo todo más inmediato y galopante. Disco que, por qué no, a través de piezas envolventes y cálidas como ‘Cash up’, ‘The greatest own in legal history’ o ‘Amberjack’, bien puede encontrar su lugar en esos días de introspección que se esbozan en el horizonte inmediato. JORDI BIANCIOTTO

OTROS DISCOS DE LA SEMANA

Sin ser su mejor disco (otras veces han estado más inspirados y también más concisos), 'The main thing' reconfirma a Real Estate como fuente de buenos estímulos melódicos, ambientes envolventes y melancolía agradable. El guitarrista Julian Lynch se luce con 'Also a but', su primer tema para el grupo. Juan Manuel Freire

Bajo ese extraño nombre opera un dúo, Oriol Solé (Alado Sincera) y Toni Sistaré, decidido a trastocar los moldes de la canción con guitarras y bajos intranquilos, ritmos alejados de las autopistas y estructuras impredecibles, con elasticidad pop, músculo pos-punk y texturas prog a lo King Crimson. Música que intriga y atrapa. J. B.

La tercera entrega de ‘El perreo de la muerte’ no se puede entender más que como una continuación del último trabajo de la ya legendaria saga. Yung Beef sigue por la senda oscura del reguetón más subterráneo e infernal rodeado de artistas de su entorno, al igual que hizo en su anterior lanzamiento. Un álbum colaborativo que rehúye del sonido y las letras comerciales más clásicas del género en el que destacan las producciones de Kiid Favelas. Ignasi Fortuny

En sus manos, el boogie woogie, el swing o el blues son más estados de ánimo que estilos. De vuelta al piano solo, Coloma ofrece originales y algunas versiones en una hora de música casi siempre exultante, contagiosa, hipnótica y a veces un punto imperfecta que la hace aún más humana y viva. La 'feelgood music' es esto. Roger Roca