CITA CON EL ARTE

Pasen y vean las entrañas de los museos de Barcelona

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Mauricio Bernal

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Aquí abajo la temperatura es agradable. Ni frío ni calor. Igual que en la superficie, el blanco es el color dominante. Los techos son altos y algunos pasillos desembocan en grandes almacenes de puertas correderas que hay que abrir empujando. No hay mucha gente. Prácticamente en cada umbral hay alfombrillas rectangulares regadas con biocidas, señal de que el enemigo en estos dominios es el microbio. Se escuchan expresiones como "almacén bidimensional", "almacén tridimensional" y "almacén de tránsito", que podrían llevar a pensar que por una de esas puertas va a aparecer en cualquier momento un Legado de la Milicia Cardassiana; pero también expresiones como "peines", "contramarcos", "máster" y "submáster", que dan una idea más precisa de la naturaleza del lugar. Estamos en las entrañas de un museo. Las del Macba, para ser exactos.

Los museos abrirán al público archivos, reservas, bilbiotecas, espacios exclusivos para el personal, talleres de conservación y restauración...

Es de asomarse a las entrañas de lo que trata el In Museu, la iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona para abrir las dependencias museísticas habitualmente cerradas al público que celebrará este sábado su cuarta edición. Catorce museos de la ciudad enseñarán por un día sus fascinantes tripas, sus talleres de conservación y restauración, sus archivos, sus reservas, sus bibliotecas, los espacios exclusivos para el personal, la parte de sus colecciones que no está en sala… Resumiendo, las entrañas. La noticia de que este año tres pesos pesados de la ciudad se han sumado a la nómina de centros dispuestos a ejecutar el ejercicio de desnudez –MNAC, Macba y Fundació Miró– no hace más que aumentar el interés. Hablamos de tres grandes colecciones de Barcelona. Hablamos de tripas, museísticamente hablando, muy atractivas. Las del Macba son blancas, no hace frío ni calor, los techos son altos y los pasillos…

"Como el Reina Sofía o el Pompidou"

"Este es el almacén de tránsito", dice Alejandro Castro, conservador-restaurador especialista en escultura y uno de los que hará las veces de guía por los sótanos del museo. Los almacenes son el corazón de las catacumbas: el de tránsito hace honor a la literalidad de su nombre y acoge obras recién llegadas o que están de salida. Adquisiciones aparte, normalmente son préstamos, algo que en el Macba se practica a niveles propios de pinacotecas "como el Reina Sofía o el Pompidou", según explica Patrícia Sorroche, de Registro, otra profesional devenida en guía para la Operación Desnudo del sábado. "La colección del Macba tiene una rotabilidad de casi el 20%. Es una estadística muy alta que genera un trabajo ingente", agrega, y a renglón seguido explica que durante el 2019 se dieron en préstamo 1.185 obras de la colección. Ubicado junto a la zona de embalaje y desembalaje y de un gran montacargas por donde las obras son depositadas en las catacumbas, el almacén de tránsito es clave para la aclimatación de las obras que vienen de fuera. Especialmente cuando han sido transportadas en avión.

Los almacenes son el corazón de las catacumbas del Macba: el de tránsito, el bidimensional, el tridimensional...

El clima es un elemento clave en cualquier museo y el Macba no es la excepción. En todos los almacenes hay sensores y las temperaturas se controlan con celo, aunque es posible que haya algo más de parafernalia meteorológica en el almacén de neveras –el nombre lo dice–, donde se guarda el material fílmico y "objetos muy, muy delicados"; lo cual, en el delicado mundo del arte, designa una delicadeza de seda arácnida. Son tres neveras con temperaturas y condiciones de humedad distintas, y es un reino tan sensible que los visitantes tan solo pueden pisar el vestíbulo, a su modo una zona de tránsito, toda vez que aquí se aclimata el material que entra o sale. Uno siente que detrás de estas puertas se guarda un tesoro, y quizá sea así.

Otro tipo de relato

Es un submundo de almacenes, como ya se dijo, y resulta que incluso entre los almacenes hay jerarquías. He aquí la joya de la corona: el almacén bidimensional. Es decir, el de las obras bidimensionales. De las pinturas, para resumir. Es el reino de los peines, esos soportes –para quien no los ha visto nunca– grandes como el cuadro más grande, anclados a la pared como una baraja de naipes, hechos para almacenar las pinturas una junto a otra en formación vertical. El lugar que hace salivar a cualquier amante del arte. Aquí las pinturas están desprovistas de contexto, huérfanas de lo que arriba se procura que conformen: un relato. "O bien es otro tipo de relato", sugiere Sorroche. "Una experiencia más directa". Los que han tenido el privilegio de visitar el almacén bidimensional del Macba (curadores, restauradores, estudiantes de posgrado) piden indefectiblemente echar un vistazo a los Basquiat, pero justamente ahora los tres Basquiat de la colección están expuestos en sala. No es grave: aquí abajo hay obras de José María Sicilia, de Dieter Roth, de Tàpies, de Llimòs, de Soledad Sevilla, de Miró, de Sucre, de Richter. Aquí se viene a ver las obras en su armario, desnudas, y comprobar que en su sueño de catacumbas son igual de magníficas que colgadas de la pared.

El Macba está llenísimo

Hay 135 peines en total, todos llenos. "No cabe nada", dice Castro. "El Macba está llenísimo, como todos los museos de la ciudad". Las pinturas de la colección han colonizado una parte del almacén de objeto, destinado originalmente a las esculturas de pequeño formato, pero igual, sigue faltando espacio, de modo que algunas permanecen embaladas en el almacén tridimensional y otras van a dormir su sueño a almacenes externos. ¿Almacén tridimensional? Sí: el de las obras de gran formato, sobre todo esculturas, se puede decir que el segundo almacén en términos de espectacularidad, aunque solo sea porque se respira una sensación de acumulación como la que debe embargar a los héroes arqueológicos cuando descubren el tesoro de la momia. O algo así. Muchas cajas, desde el suelo hasta el techo. Quizá carece del poder de atracción de su hermana la bidimensional precisamente porque más que nada hay cajas, pero quedan cosas a la vista: la maqueta de las 'Cerillas' de Oldenburg, por ejemplo.

En el almacén tridimensional se respira una sensación de acumulación como la que debe embargar a los héroes arqueológicos cuando descubren el tesoro de la momia

Luego está el almacén de papel, destinado a albergar obra no enmarcada y documental, y luego el taller de restauración y conservación, presidido por una mastodóntica lupa binocular de aumento. "Aquí nos ocupamos del tema de la limpieza, controlamos la degradación de los materiales… Mucha gente que viene nos pregunta por qué siendo obra nueva se tiene que restaurar, y les explicamos que tiene que ver con los materiales. Los artistas contemporáneos emplean materiales que van más allá de la pintura, y eso supone un reto de conversación importante", dice Sorroche. ¿Un ejemplo? El 'Montsalvat' de Kiefer, dice, el cuadro estrella de los peines colonizadores del almacén de objeto. La propia descripción del cuadro en la web del museo habla de "una topografía de materiales": arena, girasoles, pipas de girasol y cuerda. Del reto que implica la conservación de una obra de esta naturaleza habla el hecho de que los conservadores disponen de un mapa del cuadro donde está perfectamente ubicada cada pipa de girasol. Y no son tres, ni cuatro. En realidad, la única manera de comprenderlo es bajando allí a echar un vistazo.

Con reserva previa

Los museos incluidos en el In Museu de este sábado son: el Macba, el MNAC, la Fundació Miró, el Castell de Montjuïc, el Born Centre de Cultura i Memòria, el Muhba, el Centro de Colecciones del Muhba, el Museu de Ciències Naturals, el Museu de la Música, el Museu del Disseny, el Museu Etnològic (tanto la sede de Montcada como la de Montjuïc), el Museu Frederic Marès y el Reial Monestir de Santa Maria de Pedralbes. En todos los casos las plazas son limitadas y se ha de reservar previamente vía internet, o bien comprar las entradas en Tiquet Rambles.