Crónica teatral

'West side story', un musical de altos vuelos en el Tívoli

Una cuidada producción arrasa con su energía, un sólido elenco y redondas coreografías

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José Carlos Sorribes

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«Me las quitan de las manos». La popular frase de un mercadillo callejero casi podría salir de la boca de la eficiente taquillera del Tívoli. Esa expectación ha levantado la llegada a Barcelona de 'West side story', el legendario musical y posterior película que ha montado a gran altura la productora española SOM Produce. Tras su exitoso estreno en Madrid, va por el mismo camino en el Tívoli, donde permanecerá hasta el 16 de febrero.

¿Por qué atrae de esa manera un musical tan conocido que se estrenó en 1957 y tuvo una famosa versión en el cine cuatro años después? En primer lugar, porque cuenta con unos mimbres imbatibles: la partitura de leyendas del género como Leonard Bernstein y Stephen Sondheim, el texto de Arthur Laurens –tan deudor del 'Romeo y Julieta' shakesperiano– y las coreografías (eternas) de Jerome Robbins. Por si fuera poco, la historia de dos bandas en la calles de Nueva York, de esos americanos Jets que no aceptan a los latinos Shark, unos recién llegados –inmigrantes en definitiva– resuena hoy con igual fuerza que hace 62 años. Tanto que hace innecesaria alguna actualización de esta versión como las esporádicas menciones a una palabra tan desagradable como 'sudaca'.

Una amplia orquesta

No sería suficiente ese entramado si no estuviera acompañado de una cuidada producción en la que no faltan medios. Empezando por una amplia orquesta –distribuida entre el foso y lo alto del escenario– que reproduce la música de Bernstein y Sondheim de forma apabullante. Y si se trata de 'hits' tan recordados como 'America', 'Tonight', o 'Maria' a ver quién se resiste.

El nivel de la producción que dirige Federico Barrios también se manifiesta en una magnífica y polivalente escenografía que nos traslada a las calles neoyorquinas. Por allí se mueve un sólido elenco que brilla especialmente en unas coreografías tan enérgicas y redondas. La pareja de enamorados son Talía del Val (María) y Guido Balzaretti (Tony), el alternante de Javier Ariano, que estrenó la obra en Madrid.

Ella, que fue por ejemplo la recordada Cosette de 'Los miserables', es un valor seguro del musical y se mueve con convicción y seguridad. De presencia frágil, tiene una garganta que es un cañón. Canta con la fuerza de una soprano, lo que contrasta con el matiz que luce Balzaretti, y en ocasiones igual debería limitar su potencia. Aparte de la pareja, y en un gran trabajo coral, Silvia Álvarez (Anita) se lleva las miradas y aplausos con una soberbia actuación en la que nunca desfallece, ni cuando canta, baila o en las escenas habladas. Un pilar de esta reluciente versión del clásico.