CRÍTICA DE LIBROS

'Traça un perímetre': una especie de respuesta

Cesc Martínez escribe un libro brillante y posmoderno a través de cuatro historias bellas y con humor negro

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Vicenç Pagès

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Tras publicar cuentos y novela en 2001 y en 2011, Cesc Martínez (Manresa, 1974) desembarca en Anagrama con 'Traça un perímetre', escrito con una prosa brillante y que presenta una estructura oscura. Veámoslo. Comienza como la historia de unos amigos que viven en un pueblo donde todavía quedan descampados. En la segunda parte, la historia da un vuelco, ya que -años después- uno de estos amigos busca a la hermana artista de otro para  un programa de televisión. La tercera parte comienza en Asia Central, y recorre el viaje de unos emigrantes hacia Europa que termina, justamente, conectando con la hermana, que no solo es artista. La cuarta parte no cierra la trama sino que la abre: tras hacernos girar por México, los Monegros y Amberes, el narrador hace caer el castillo de naipes que él mismo había levantado.

Ciertamente, a lo largo del libro habíamos tenido indicios de la porosidad del tiempo y el espacio, y también de la frontera que separa ficción y realidad, pero no nos esperábamos que el autor acabara deconstruyendo su propio libro de una manera que puede recordar el final de 'Pandora al Congo', cuando el narrador de Sánchez Piñol se niega a sí mismo. No se puede comparar, sin embargo, ya que Cesc Martínez sigue el surco de una postmodernidad que combina el rigor con la distancia: su ficción no es muy diferente a la última película de los hermanos Coen, una recopilación de historias unidas por la temática, la belleza y el humor negro.

En la apuesta lúdica, el flirteo autobiográfico y el uso de la metonínima artística, Martínez se encuentra más cerca de los escritores más autoconscientes y próximos a las últimas tendencias. Lo dice el libro mismo: "No había resentimiento, ni melancolía; sonaba como una tipo de respuesta".