CRÓNICA

Xabier Anduaga, una nueva estrella internacional de la lírica

El tenor donostiarra triunfa nuevamente en el Festival Donizetti de Bérgamo

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Pablo Meléndez-Haddad

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El Festival Donizetti Opera de Bérgamo (Italia) se ha consagrado como la capital mundial de la obra del compositor bergamasco, uno de los más programados de la actualidad y padre del llamado 'bel canto' romántico, que lideró junto a Rossini y Bellini. Lo curioso es que el prestigioso evento internacional ahora cuenta con su propia estrella, y esta ha llegado desde España: el joven tenor donostiarra Xabier Anduaga. Ganador del último concurso Operalia, el cantante de solo 24 años descolló la pasada edición del Festival italiano en la exhumación de una cuarta ópera sobre los Tudor de Donizetti, y en esta ocasión se robó la película como Gennaro en el estreno de la edición crítica de la donizettiana 'Lucrezia Borgia'. Guiado con mano dúctil desde el podio por el director musical del certamen, Riccardo Frizza –muy conocido del público español–, el público lo adoró, eclipsando al resto de sus compañeros de reparto.

La verdad es que su éxito está lleno de buenas razones. Sus intervenciones llenan de luz el escenario y su inmenso talento lo eleva a una categoría superior. Una voz de hermoso timbre y de aterciopelado esmalte, un fraseo siempre elegante, un canto tan natural como virtuoso y unos agudos y sobreagudos impresionantes son sus cartas de presentación. A eso suma gran comodidad escénica y comprensión del sentido dramático del texto que canta. Anduaga lo tiene todo para continuar en la senda de los grandes tenores españoles de la historia: todo depende de la consolidación de sus atributos, de la evolución de su voz y de las decisiones que tome en cuanto a repertorio y al volumen de trabajo que decida aceptar.

Sólidas voces

A su lado, la italiana Carmela Remigio defendió con tablas, experiencia y grandes dotes de actriz el difícil personaje de Lucrezia, con una voz suficientemente apta. El contraste llegó de la mano de la mezzo armenia Varduhi Abrahamyan, regalando un Maffio Orsini sobrado de medios, virtuosa en el canto ornamentado y muy convincente como actriz en su papel travestido. El resto del reparto convenció en su totalidad.

La producción de Andrea Bernard, práctica y elegante, contó con un novedoso discurso al transformar la amistad de Gennaro y Maffio en una relación homosexual, sin violentar el libreto. Muy eficaz la Orquesta Juvenil Luigi Cherubini al mando de un Frizza que volvió a demostrar su capacidad de empatía con los cantantes, respirando con ellos y brindándoles seguridad, uniendo a ello un potente discurso teatral, creando la adecuada tensión en cada una de las escenas.

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