CRÓNICA

Dos 'shakespeares' contra la tiranía

Un asimétrico díptico del omnipresente autor inglés ha servido para inaugurar este fin de semana el Festival Temporada Alta en Girona y Salt

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Manuel Pérez i Muñoz

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Shakespeare es el chicle de nuestro universo teatral. Su omnipresencia se podría considerar patológica, a veces para encontrarlo ya masticado y sin sabor, o para jugar con él y estirarlo hasta conseguir formas inéditas. El Festival Temporada Alta en Girona y Salt ha inaugurado edición con un díptico dispar del dramaturgo inglés. Por un lado, la renombrada Royal Shakespeare Company llega por primera vez a Girona en su reparto adulto para presentar ‘Measure for Measure’, un drama moralizante que el director Gregory Doran ha querido trasladar a la Viena previa al colapso del Imperio. Por otra parte, el salto más visceral del director Alessandro Serra, que ha llevado ‘Macbeth’ hasta la Cerdeña rural. Vamos por partes.

Fundada en los sesenta en Stratford-upon-Avon, la sola mención de la prestigiosa institución teatral británica sirve ya para llenar los carteles. Su versión de esta obra, difícil de clasificar por su tono dramático con situaciones de comedia, opta por la sobriedad en su planteamiento escénico y por una lectura ajustada al carácter aleccionador, un argumento que encaja con dificultad en el presente pero también en la accesoria ambientación de principios de siglo XX.

La novicia Isabel, paradigma de virtud, se enfrenta al poder y a su doble moral para salvar a su hermano condenado a muerte. Obligada a caer en un juego de engaños y estratagemas, su personaje navega a la deriva entre las fuerzas que la quieren corromper y las que la quieren redimir. No hay apenas intento de subvertir el juego sádico para proponer lecturas más actuales como hizo la versión en ruso de Declan Donnellan que vimos también en el Municipal de Girona en 2015. Los personajes están esquematizados y la afectada interpretación de gusto clásico resulta evidente, nada que ver con la búsqueda de la excelencia de corte isabelino de los Propeller. Tan explícito como ambientar un convento con la proyección de un crucifijo en primer plano.

Las raíces de la violencia

En las antípodas, el aclamado y premiado ‘Macbettu’ de Serra que vimos en Salt, una huida de la literalidad, una reescritura en toda regla que prescinde de más de la mitad del texto. Quien no esté familiarizado con la turbulenta historia de ambición política y muerte se puede llegar a perder en esta versión salida de las entrañas y centrada en las sensaciones. Al cambiar el contexto escocés por el sardo se ahonda en una simbología mediterránea violenta y primaria, donde las espadas se cambian por navajas y se mata a pedradas. La locura homicida de los personajes abre compuertas atávicas y nos conecta con referentes como Puerto Hurraco.

Hay tiempo para la descompresión con escenas entre el absurdo y la pantomima, que beben también de una imaginación desbordante y un ritmo galopante. La ferocidad se manifiesta con gritos y golpes que nos llegan a extenuar. Corre la sangre aunque no la veamos y el olor de vino derramado se mezcla con la tierra para saturarnos los sentidos. Las actuaciones se impregnan también de esa brutalidad ancestral que nos tenaza con terror pero nos atrae con morbosa familiaridad. Shakespeare también es esto, aunque aún no lo supiéramos.