CRÍTICA DE CINE

'Lo que arde', de Oliver Laxe: el fuego y la palabra

Oliver Laxe incrusta su relato sobre un pirómano en una ficción seudodocumental preñada de infinitos matices, de la contemplación rural a la imposibilidad de ser aceptado

Tráiler de 'Lo que arde', de Oliver Laxe

Tráiler de 'Lo que arde', de Oliver Laxe / periodico

Quim Casas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Más narrativo que los dos anteriores filmes de Oliver Laxe, 'Todos vosotros sois capitanes' y 'Mimosas', 'Lo que arde' es el estudio del comportamiento de un hombre que regresa a su pueblo, en las montañas de Lugo. Ha estado varios años encarcelado por provocar un incendio. Laxe fija la mirada en la relación con su anciana madre, la manera de tratar a su perro y sus vacas, el inicio de amistad que surge con la veterinaria, el rechazo no violento de los demás.

Pero Amador es un personaje estigmatizado. Es un pirómano. Y cuando hacia el final de la película vuelve a producirse un incendio, resulta el principal sospechoso. Es lógico, aunque la lógica no sea siempre la mejor solución. Que sea el responsable o no de la barbarie no importa. Laxe incrusta su relato en una ficción seudo-documental preñada de infinitos matices, de la contemplación rural a la imposibilidad de ser aceptado.

Desde 'Días del cielo', rodada por Terrence Malick en 1979, no se filmaba tan bien un incendio, con el poder hipnótico, aunque devastador, del fuego. La fotografía de Mauro Herce es de otra dimensión, como en los planos de apertura, de carácter fantasmagórico, en los que los árboles de un bosque de noche empiezan a caerse sin que veamos aún los tractores que están arremetiendo contra ellos. Herce, como director, ya tiene un filme, 'Dead slow ahead', donde algo tan real como las entrañas de un carguero era fotografiado como si fuera un espacio de ciencia ficción.