CRÓNICA

Montaña rusa de ritmos en la Mercè

La playa del Bogatell se entregó a un maratón que cubrió desde el pop 'indie' de Da Souza y el interiorismo de Joan Dausà a la agitación de La Pegatina y The Gramophone Allstars Big Band

Joan Dausà

Joan Dausà / periodico

Jordi Bianciotto

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Indie-pop poético, canción de autor intensita, pachanga con causa, ska-soul en formato ‘big band’… Podríamos pensar que todas estas etiquetas, que tanto pirran a los periodistas musicales, aluden a géneros y públicos poco compatibles entre sí. ¡Error! Todo ello convivió alegremente este sábado en la playa del Bogatell, demostrando que hoy en día ni las categorías son lo que eran ni los estilos musicales condicionan los ánimos en una noche de fiesta mayor frente al mar.

Sesión a dos velocidades, con un primer tramo para escuchar más que para bailar y que abrió el grupo mallorquín Da Souza con su pop de cultivadas líneas melódicas, guitarras un poco revoltosas y letras que desprenden señales de un jocoso fatalismo: ‘Finals’, donde cantaron al “microclima tropical” justo cuando soplaba un viento racheado aguafiestas. Cerraron con su canción estrella, ‘Migracions de salmons’, que pide reescucha en bucle para tratar de descifrar sus metáforas del mundo animal con las que ilustra un (aparente) episodio de desamor.

Con Santi Balmes

Intensificando el modo ‘downtempo’, salió Joan Dausà dirigiéndose primero al Mediterráneo, tan cerca y tan lejos, en un tono no precisamente lúdico, el de ‘Com plora el mar’, el tema de la campaña ‘Casa nostra, casa vostra’. Baladas con ‘crescendos’ vaporosos, alternando la temática trágico-sentimental, con nudos tan peliagudos como averiguar si de verdad el tipo estaba por la labor de “fer un petó a la Judit” (‘Jo mai, mai’), y los mensajes por un mundo mejor: ‘Una altra manera de viure’, la bonita canción (ecológica) de la campana de Damm, a la que se sumó su protagonista vocal masculino, Santi Balmes (Love of Lesbian), pero no, lástima, la equivalente femenina, Maria Rodés, de baja por causa de “un accidente doméstico” que frustró estos días su paso por el BAM (y por el Mercat de Vic).

Aunque Dausà bromeó con el cegador potencial festivo de sus canciones más allá de las apariencias (“ya veréis, La Pegatina se quedarán cortos”, aventuró, bravucón), lo cierto es que, en materia de agitación verbenera, pocos pueden con el grupo de Montcada i Reixac. Los muchachos de La Pegatina se saben todos los trucos, tocan todos lo palos y su repertorio viene a resumirse en una única y trepidante canción de hora y media en la que cabalgan estribillos propios y ajenos sin respiro: de ‘Y volar’ (de su último disco, ‘Ahora o nunca’) a ‘Gat rumberu’, a través de injertos irónicos (o no) de ‘Quizás, quizás, quizás’ en versión ‘skatalítica’, de Mano Negra (‘La mala vida’), el hito AOR ‘Eye of the tiger’ (Survivor)  y hasta un guiño a la sintonía de ‘El inspector Gadget’.

¿Un ‘día de la rumba’ en la Mercè?

Verbena en progresión geométrica en la que músicos con fuerte base técnica dedican sus recursos a construir un puzle frenético, asentado en ideas melódicas y narrativas sencillísimas pero brutalmente eficaces, que compilan ahora en un doble disco y DVD, ‘Un secreto a voces’, que verá la luz el viernes que viene. Con la rumba como ingrediente de quita y pon, género al que, señaló Adrià Salas, “debería dedicarse un día entero de la Mercè”, ya que es “patrimonio de esta ciudad”. ¿Por qué no?

Y cerrando el cartel, acaso modulando la descompresión después del atracón de ritmos, una propuesta festiva pero apaisada, la de The Gramophone Allstars Big Band, arrimándose a su todavía último disco, ‘Maraca soul’. Funk con guante de seda, coqueteos con el calypso y homenajes a mitos autóctonos (Skatalà: “sin ellos no estaríamos aquí”) y universales (‘I wish’, de Stevie Wonder), con 18 músicos en escena y la voz de Judit Neddermann indicando el camino para culminar la noche con elegancia y suavidad.