CRÍTICA DE CINE

'Ghostland': perversión y depravación

Pascal Laugier marcó la línea a seguir en el cine francés de terror de hace una década con 'Martyrs', pero desde entonce al realizador le está costando muchísimo encontrar su lugar

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Ghostland'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Ghostland'. / periodico

Quim Casas

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Pascal Laugier marcó la línea a seguir en el cine francés de terror de hace una década con 'Martyrs', pero desde entonces, absorbido por la fuerza telúrica de aquella película incómoda como pocas, al realizador le está costando muchísimo encontrar su lugar en el género. 'Ghostland', hablada en inglés, aparentemente más banal en todo, es una buena prueba de ello: el excitante punto de partida no se corresponde con un desarrollo a la altura de las circunstancias.

Laugier sigue teniendo buenas ideas. Aquí, como en su anterior producción canadiense, 'El hombre de las sombras', estrenada mal y de tapadillo, parece someterse a los designios de un sistema de producción que no controla y que interfiere demasiado en su idea de lo que debería ser el cine de horror y sobre el horror.

El arranque nos sitúa en esos dominios de perversión y depravación difíciles de igualar, con una mujer y sus dos hijas asediadas y violentadas por dos individuos en el viejo caserón en el que acaban de instalarse: decorado y personajes para reeditar los temores más atávicos e insondables. Pero lo que sigue a continuación, entre la realidad y la pesadilla, sacrifica la atmósfera turbadora por unos cuantos golpes de efecto y unas explicaciones demasiado evidentes de lo que estaba mejor en el terreno de la sugerencia.