Crónica teatral

'Instrumental', el tormento de los abusos y la sanación con la música

La dura autobiografía del pianista James Rhodes tiene en Quim Àvila a un intérprete modélico, bajo la dirección de Iván Morales, en el Espai Lliure

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José Carlos Sorribes

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Desde la publicación de su libro autobiográfico 'Instrumental' (editado en España por Blackie Books, 2015), el pianista James Rhodes adquirió relevancia pública, más allá de la música, a partir de la descarnada confesión del episodio de abusos sexuales que sufrió en su niñez. Víctima de un profesor de boxeo, halló en el poder mágico y sanador de la música el camino para superar ese inmenso trauma. La fama de Rhodes ha aumentado en nuestro país desde que vive en Madrid, se ha convertido en un personaje público y colabora en la SER.

Pronosticar que el recorrido del libro del músico no iba a quedarse en el papel no resultaba aventurado. Ya se prepara una versión cinematográfica en el Reino Unido y el Espai Lliure ha estrenado un monólogo con dirección de Iván Morales e interpretación de Quim Àvila, el último 'mohicano' de la desaparecida Kompanyia Lliure.

Quede escrito cuanto antes que el trabajo merece el reconocimiento y el aplauso. Primero, por la necesaria urgencia de contribuir desde el teatro a denunciar una lacra social de esas dimensiones. Morales parte del episodio personal de Rhodes, pero le mueve siempre la idea de ampliar un poco más el foco e interpelar al espectador con estadísticas que nos dicen que cualquiera podía haber sufrido el terrible drama del iconoclasta pianista británico.

Un trabajo lleno de detalles

La comunión entre intérprete y director, además, es absoluta. Quim Àvila es un actor que pide paso con  zancadas de gigante. Ya fue un brillante 'frontman' en los momentos rockeros de 'Nits de reis (o el que vulguis)' y también sacó adelante con nota, pese a toda la polémica, el papel del enfermero negro y 'exdrag queen', de 'Àngels a Amèrica'. Ahora despliega un trabajo lleno de detalles, muy sutil, con mucha verdad y nula impostura. Porque igual emociona con el mínimo gesto que hipnotiza con su magnética gestualidad corporal. No se trata de plantear  comparaciones pero su hacer recuerda al del gran Oriol Pla. 

Morales perfila el trabajo de Àvila en una dramaturgia laboriosa en la que el actor igual es un narrador/lector de pasajes del libro que se convierte en el propio personaje o interpela al público, por ejemplo en un emotivo cierre en el que incluso deja huella de un breve aprendizaje como pianista. Àvila entra y sale de esos roles con fluidez en un montaje que adquiere en ocasiones el aire propio de una instalación. No como en el 'Macho man' de Àlex Rigola, pero por ahí camina con su vocación de visibilización de los abusos a menores.

El juego con las luces, la música electrónica, los micros o una pantalla se convierte en una opción de puesta en escena que puede jugar en contra de 'Instrumental,' porque quizá le llegue a restar emoción, pese a que Morales afirma su voluntad decidida de que no le «traicione» el artificio escénico.

Se mueve el director en la barra de equilibrio en esta cuestión, aunque la potencia, la humanidad y la dureza de la historia siempre se imponen. Y es que ver quién se resiste a no caer desarmado ante la 'Chacona' de Bach, la pieza que alumbró la esperanza y sacó de las tinieblas existenciales a una víctima de un depredador sexual.