CRÍTICA DE LIBROS

'No contar todo': la sombra del lenguaje

El escritor mexicano Emiliano Monge.

El escritor mexicano Emiliano Monge. / periodico

Ricardo Baixeras

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He aquí una historia familiar en forma de triángulo porque no hay dos sin tres. Y porque Emiliano Monge (Ciudad de México, 1978) dibuja una historia familiar que pivota en la ausencia y el desencuentro entre tres figuras masculinas: el abuelo, Carlos Monge McKay, el padre, Carlos Monge Sánchez y el propio escritor en busca de un relato que contar, Emiliano Monge García.

El primero no estaba muerto: solo lo fingía. Y regresó al mundo de los vivos, pero “con sus acciones… nos dividió para siempre a unos de otros.” Al segundo le interesa más la historia violenta de México que su propia familia: “Mi padre, hijo de puta, nos convirtió, nos condenó a ser seres extraños.” El tercero busca “enredar los hechos ciertos con aquellos que desea o que imagina, enmarañar lo que pasó con eso otro que de pronto cree que pudo haber pasado o con aquello, más bien, que desearía que hubiera sucedido”.

 El resultado final es que el juego de la novela se acerca al juego cóncavo de lo convexo, al juego especular en el que una historia fragmentada, rota, caleidoscópica, hecha trizas y hecha polvo se torna, vaya uno a saber porqué, en una vida imaginada con el sentido trágico de Faulkner y el impasible desconsuelo de Beckett. Y no les extrañe si el libro les golpea convertido en una cicatriz muy antigua. Los resortes que toca Monge vienen de muy lejos y son muy antiguos: memoria, dolor y muerte.

 Y, efectivamente, este Emiliano Monge no lo cuenta todo. Ni falta que hace. Lo que cuenta abruma y espolea y hunde el dedo en una historia que “no es más que la sombra del lenguaje.”