CRÓNICA

Fernando Alfaro, mucha vida en Sidecar

El músico albaceteño cerró la gira 'Sangre en los surcos' con un imponente concierto con el Dark Folk Trio en el que fundió sus canciones en solitario con las de Surfin' Bichos y Chucho

Fernando Alfaro, en la Sala Sidecar.

Fernando Alfaro, en la Sala Sidecar. / periodico

Jordi Bianciotto

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A Fernando Alfaro le sentó bien el desnudo a lo Johnny Cash de ‘Sangre en los surcos’, rebanando la piel a cada una de sus canciones hasta tocar hueso. La guitarra acústica, contaba hace un año a este diario, siempre fue su “elemento primario”, desde que en la adolescencia la tocaba de pie en el dormitorio mezclando los arpegios de Leonard Cohen y el rasgueo punk de Johnny Ramone. Aquel Alfaro ha vuelto, 40 años después, en la gira que este sábado tocó fin con un sustancioso concierto en Sidecar.

Tras todos estos meses de carretera y manta, el Dark Folk Trio, formato con el que Alfaro ha querido enriquecer un poco el enfoque acústico, funciona como un reloj: impresionistas pinceladas de percusión, bajo, teclado y hasta banjo a cargo de Eloy Bernal y Joel García. Así, tras el pase del dúo Tronco, de El Prat, criatura pop naïf con el sello Elefant y producción de Bernal (a la que hay que dar la razón cuando canta “no se puede ser más cursi que nosotros dos”), viajamos a los sótanos del alma de la mano de Fernando Alfaro y de la escalofriante ‘Dominó’. Una canción que recuerda los meses en que estaba convencido de haber contraído el virus del sida y de que le quedaban pocos meses de vida.

Una tenue luz gótica

Pero nada puede, con este resabiado albaceteño, señor mayor del ‘indie’ cara a cara con el cancionero de su vida, al que ha querido imprimir una mezcla de severidad espartana y de tenue luminosidad gótica. La percusión de procesión funeraria en ‘Sangre en los surcos’ o el órgano espectral de ‘Harto de tu amor’ llevaron el repertorio hacia un espacio de claroscuros en el que todo parece un poco más trascendental sin pervertir la intención original, más bien al contrario.

Pero Alfaro, que incluyó canciones de Chucho y Surfin’ Bichos entendiéndolas como parte del mismo lienzo, no ha querido reiventarse como cantautor torturado, sino jugar con el contraste entre la oscuridad y un rabioso apetito vital. Subiendo el tono en ‘Camisa hawaiana de fuerza’, ‘Barbaridades’ y ‘Fuerte’, y cruzando con altanería el umbral de la muerte en ‘Mi anestesia’ para permitirnos disfrutar de su eterno arte de la canción con ‘Mi refugio’, ‘Gente abollada’ o ‘Magic’, convencido de que “lo mejor de nuestra vida aún está por ocurrir”.