QUÉ HACER HOY EN BARCELONA

'Per si no ens tornem a veure': el musical que le encantaría a Shakespeare

persinoenstornemaveurecgatacasanovas mg 8784

persinoenstornemaveurecgatacasanovas mg 8784 / periodico

Eduardo de Vicente

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El amor, con sus alegrías y sus decepciones, ya tiene su trilogía de musicales de cosecha propia catalana que puede verse estos días en el Maldà. Son muy distintos entre sí ya que, aunque parten de obras escritas por la misma autora, Alícia Serrat, y con la producción artística a cargo de Daniel Anglès, las partituras han sido compuestas por músicos diferentes, lo que le da a cada una un estilo y un tono distintos. El romance, los celos, la relación materno-filial pasan por su filtro con naturalidad y elegancia y llevan al espectador a rememorar sus propias experiencias. Durante el mes de mayo pueden verse las tres obras en diferentes días, pero también hay la oferta de disfrutarlas en un maratón intensivo los sábados que se completa con El temps que no tindrem y Tot el que nos ens vam dir.

El primer eslabón de esta trilogía fue Per si no ens tornem a veure,  Las canciones son interpretadas tan solo con una guitarra, pero el músico (un genial Marc Sambola) adopta un papel activo e interviene en la acción e incluso canta (Poeta repetitiu), como si fuera un trovador en su taburete. El escenario está ocupado también por dos cajas azules con ruedas que cumplirán diversas funciones y un perchero donde se encuentran las diferentes prendas que utilizarán los actores y unas bombillas que cuelgan del techo.

Un amor entre enredos y disfraces

La trama se centra en unos reyes que pretenden casar a su hijo con una princesa a la que conoció cuando eran niños. Pero el chico se niega y decide huir para simular que es un mensajero. Su futura esposa hace lo mismo haciéndose pasar por una sirvienta y, casualmente, se encuentran mientras fingen ser otras personas y se enamoran sin sospechar que el destino ya les había unido caprichosamente.

Es una comedia que juega con los enredos, los disfraces, las falsas identidades o los matrimonios impuestos muy en sintonía con Noche de reyes o Mucho ruido y pocas nueces. La sombra alargada del bardo de Avon se extiende por el escenario como un homenaje y como inspiración, pero también asumiendo sus claves, haciéndolas más contemporáneas y convirtiéndolas en un auténtico disfrute para el espectador.

Los actores se desdoblan

En el segundo número, La carta, los actores (Edgar Martínez y Anna Lagares) interpretan a los reyes mostrando la prepotencia de los monarcas que desprecian a su pueblo aunque saben mantener las formas y la compostura y se hacen los campechanos. A continuación, cambian de vestuario y ya son los jóvenes príncipes y, en paralelo, interpretan Recordo i Les princeses, sobre los malos recuerdos que tienen de la infancia con la que deberá ser su pareja. Una serie de improperios y reproches mutuos que parecen hacer imposible el entendimiento.

En La decisió (Decidit!) ya se han puesto en las respectivas pieles de sus alter ego y tienen su primer encuentro y…  el flechazo. Destaca la compenetración que requiere de los dos protagonistas que deben expresar sus reflexiones simultáneamente perfectamente sincronizados.  Què és això que sento es la explosión de esperanza e incertidumbre tras descubrir la magia del amor, para pasar al tema más romántico, Poema de amor, donde la guitarra juega un papel primordial. Te enamoras del amor. Una delicia que vale la pena escuchar atentamente, la mejor definición de lo que es querer.

La inevitable mascarada

Otro clásico, el baile de máscaras (Tothom té una màscara) será el escenario del reencuentro entre los enamorados pero el deseo es reprimido. A todo esto, el público es interpelado en diversos momentos y se siente cómplice. La aparición de una misteriosa adivina complica aún más los roles de los protagonistas que se lucen en el dúo En vols molt més antes de llegar al esperado desenlace que te deja con una sonrisa en los labios.

Una comedia romántica musical que dura poco más de una hora y se hace cortísima porque han pasado tantas cosas, nos han mostrado tantas emociones y nos han hecho reír tanto que nos dan ganas de pedir que vuelvan a empezar. Y las canciones contribuyen a su encanto, a hacernos soñar, a volar y a enamorarnos… del teatro. Seguro que Shakespeare estaría encantado de ver que 500 años después alguien ha recogido su testigo tan fielmente, lo ha trasladado a una perspectiva actual y ha sabido hacer lo mismo que él. No hay que hacer caso del título, porque es un placer… tornar-la a veure!