D'A FILM FEST

Richard Billingham, exorcismo de una familia

El célebre fotógrafo completa el retrato de sus padres y una juventud difícil en la película autobiográfica 'Ray & Liz'

El fotógrafo y director Richard Billingham, fotografiado este lunes en Barcelona

El fotógrafo y director Richard Billingham, fotografiado este lunes en Barcelona / periodico

Juan Manuel Freire

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Aunque famoso, sobre todo, como fotógrafo, Richard Billingham empezó queriendo ser pintor. A los 18, 19 años, decidió hacer algunos retratos de su padre, pero este no paraba quieto y tuvo que conformarse con fotografiarle. Empezó así un proyecto que acabaría expuesto en la Royal Academy of Arts de Londres, como parte de la famosa exposición de 1997 'Sensation' de Charles Saatchi, junto al tiburón de Damien Hirst y aquella tienda de campaña en la que Tracey Emin colgó los nombres de todas las personas con que había compartido cama.

En las fotos no solo salía su padre, el alcohólico Ray, sino también su madre Liz, adepta de los puzzles y, sobre todo, el tabaco. Y lo que se capturaba en realidad, por extensión, era la cruda vida de muchos ciudadanos de clase obrera del llamado Black Country, la zona industrial de los Midlands occidentales, en la época de Thatcher.

Billingham ha completado la imagen a través de cortos (el documental 'Fishtank', de 1998, y 'Ray', del 2016) y finalmente a través de un turbador primer largo de ficción, 'Ray & Liz', que el domingo presentó al público del D'A Film Fest; el domingo, día 3, hay un segundo pase en el Teatre CCCB a las 22.00 h. "La película cuenta la historia de fondo de las fotografías de los 90", nos explica Billingham. "Mientras producía ‘Ray’, que iba sobre los últimos días de mi padre, escribí un corto sobre mi tío Laurence. Y luego pensé que igual si añadía una tercera parte podía tener un largo".

Esa tercera parte gira en torno a su hermano pequeño, Jason, al que los servicios sociales acabaron buscando una familia de acogida. Una versión más joven de Richard pregunta en la película si no podría él tener otros padres también. "Aquello sucedió. Si vivía en otro sitio, podía tener electricidad y, por tanto, estudiar. Estaba desesperado", dice Richard, entre risas, curado de aquello, en apariencia.

El pasado, mejor en 16 mm

'Ray & Liz' es una película de ritmo paciente, estructura relajada y pocos énfasis dramáticos.  La imagen es a menudo estática, una huella del pasado de Billingham como fotógrafo. "Si la cámara no se mueve y dejas que la acción se desarrolle, y además filmas en primeros planos, puedes lograr que el espectador sienta que está ahí mismo. La mayoría del filme está rodando entre cuatro paredes estrechas, donde no tiene mucho sentido mover demasiado la cámara". Más que a los dinámicos retratos sociales de Alan Clarke, 'Ray & Liz' recuerda al elegíaco Terence Davies de los primeros 80, influencia que Billingham reconoce orgullosamente.

El director rodó en 16 milímetros porque "sirve mejor para capturar las superficies antiguas, como la madera –me señala el marco de una ventana cercana–, o la lana, o el papel. Ahora vestimos ropa diferente; la ropa de abrigo es sintética, hay plástico en ellas. La cámara digital es buena para esa clase de superficies. Si usas una cámara digital para filmar el pasado, nada resultará creíble para el espectador".

En esta película profundamente personal, Billingham tuvo que dejar que otros escogieran las pocas canciones que suenan. "Yo apenas tengo recuerdos musicales de aquella época. Patrick Romer, el actor que hace de mi padre de mayor, tenía que llorar en la escena final. Le pregunté con qué canción podía lograrlo. Eligió 'Some of your lovin'' de Dusty Springfield".