ENTREVISTA

Enrique Vila-Matas: "La leyenda Vila-Matas no tiene nada que ver conmigo"

El escritor barcelonés con mayor proyección internacional publica la novela 'Esa bruma insensata'

El escritor barcelonés Enrique Vila-Matas.

El escritor barcelonés Enrique Vila-Matas. / periodico

Elena Hevia

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Llega Vila-Matas de muy buen humor. Dice que no ha dormido bien. No se le nota. Y que no se le ocurre qué es lo que se le puede preguntar porque su nueva novela lo único que hace es plantear un problema literario y eso, pues no es exactamente un tema muy periodístico. Lo afirma con graciosa impavidez, sabiendo, y ahí actúa su coquetería, que no se va a librar ya que ‘Esa bruma insensata’ (Seix Barral) encierra muchos sabrosos detalles. Y es que por una vez, la actualidad más candente, el tema del ‘procés’ y la incomodidad que le genera al propio escritor se sitúa como telón de fondo en una de sus novelas. Una narración genuinamente vilamatiana en la que dos hermanos encarnan visiones opuestas del hecho literario. Y hay más: Barcelona, la proclamación (o no) de la independencia catalana del 27-O, Nueva York, Cadaqués y ese escritor que conocemos como Thomas Pynchon y que quizá no sea más que una cáscara vacía, se pasean por sus páginas.

¿Despejar la bruma insensata es el trabajo de la literatura?

El título habla de la vida misma, de la idea de que hay una atmósfera que no nos la deja percibir y que cuando se levante ese mal tiempo seremos capaces de ver el otro lado del río. La literatura siempre ha sido un intento de percibir lo que hay más allá, es algo así como el negativo de las imágenes que vemos.

Sus protagonistas, Simon Schneider y Gran Bros funcionan también como el positivo y el negativo de lo que viene siendo un escritor.

Simon es un creador de citas que trabaja oscuramente para su hermano, el gran autor de éxito que vive en Nueva York. En el fondo, son como dos facetas de un mismo escritor. Uno, el más oscuro, cree en lo que hace y el otro no cree en nada, pero es el que recibe los elogios.

"Si la literatura debe continuar, no sabemos cómo lo hará y si debe hacerlo"

¿Se puede decir que son la cara y la cruz de la creación literaria?

Sí porque la frivolidad del éxito también forma parte de la personalidad del escritor. Yo, claro está, me identifico más con el autor que está convencido de la teoría que sostiene su obra, pero en la novela no me posiciono. ¿Es más digno uno u otro? Es algo que dejo abierto.

La novela también se plantea si en estos tiempos de internet la escritura debe abordar nuevos caminos.

Es que ahora gracias a internet se registra todo lo que vemos, todo lo que hacemos. De haber existido entonces sabríamos exactamente cómo era el loro que Flaubert tenía disecado en su habitación, o cuál era su color, pero quizá no existiría un ‘Corazón simple’. La pregunta es ¿Cuándo todo está registrado, cual es el papel del escritor? Es decir que si la escritura debe continuar , no sabemos cómo lo hará y si debe hacerlo.

¿Se puede escribir un libro solo a base de citas como pretendía Walter Benjamin?

Todo el mundo escribe con citas sin darse cuenta porque lo que uno cree que no ha dicho nadie es probable sí lo haya hecho, aunque no haya quedado registrado. Siempre hablamos con frases hechas porque nada sale de algo que no haya sido dicho antes. Platón ya se reía de ello y decía que en este mundo no hay nada original.

Si en su novela anterior el telón de fondo era la crisis económica, aquí el ‘procés’ ocupa muchas páginas. ¿El relato que construyen los políticos es similar a los que elabora un escritor?

Originalmente, había incluido unos párrafos sobre la idea de que proclamación de la República en el 31, que acabó en tragedia, se había reescrito ahora como farsa, pero al final los quité por demasiado discursivos. Estos días estoy siguiendo el juicio en televisión y me doy cuenta de que está en sintonía con mi novela cuyo tema de fondo es la búsqueda de la verdad y la dificultad de encontrarla.

"Es verdad que no me gustan los 'convergents' y el PP. Son partidos corruptos que luchan por crear una tensión para situarse en el poder"

Es la primera vez que se posiciona políticamente en una obra literaria.

Pero soy muy discreto, incluso en política. Pero es verdad que no me gustan los ‘convergents’, o como quiera que se llamen ahora, y el PP. Ambos son partidos corruptos que luchan por crear una tensión para situarse en el poder.

¿Esta es la primera novela que escribe tras la muerte de su padre?

Sí. Y creo que por eso empieza con un tono más trágico, que es el tono unamuniano que le gustaba a mi padre, y acaba siendo más ligera, porque necesariamente debía librarme de ese agobio.

¿Siente que ahora en España se le tiene un mayor reconocimiento?

Podría decirse que sí, que se me da por consagrado, por indiscutible, lo que me impresiona un poco, la verdad. Han desaparecido las pullas del pasado y ha emergido una cierta sensación de que he llegado.

Hasta el punto de que le puede caer el Cervantes en cualquier momento. En la última edición sonó mucho su nombre.

Se habló de ello, es verdad, pero confieso que en el fondo sería un fastidio porque me va a obligar a hacer muchas cosas que no me apetece hacer. A mí ya me va bien, porque me lee  mucha gente y lo que es mejor, mucha gente joven.

Los jóvenes le tienen por un autor de culto, casi legendario.

Esa leyenda existe porque se ha construido una historia que realmente no tiene nada que ver conmigo. Creen que me conocen pero no es así.

Critica la coquetería de Pynchon que hace décadas que no se deja ver y pero usted a su vez también se ha construido un personaje.

Sí, pero yo no soy tan sutil como Pynchon. En mi caso no ha habido cálculo, son los demás los que me ven así. Hace 15 años que no bebo y la gente cree que sigo haciéndolo. Y yo he envejecido físicamente, aunque en mi interior me sienta muy joven.

¿Como aquel chico 'cool' de cuando tenía 25 años?

Entonces era muy atrevido, muy provocador. Pienso en las cosas que hice y me digo: ¡qué tío! ¡qué narices tenía! Luego la vida te lleva a ser más cuidadoso en tus opiniones. Pienso en Bolaño que despotricó contra muchos autores que no le gustaban y lo hacía con tranquilidad porque se sentía al margen. Yo creo que de seguir vivo y disfrutando de su fama no habría seguido por ese camino.

¿Que hoy no esté en la Real Academia de quién es la culpa, de la institución o de usted?

Nunca he querido. Y eso que me tentaron dos veces hace tiempo. La primera vez, Luis Goytisolo y Jorge Herralde intentaron convencerme de que aceptara y yo en mis trece, que si lo hacía luego no asistiría a las sesiones. Herralde dijo que no me iban a mandar a la guardia civil si faltaba  (ríe).  La otra fue a través de Pérez Reverte que intentó mezclarme en una estrategia que le convenía. Tiempo después cuando supo de mi rechazo me lo encontré en Turín y desde lejos me gritó: ¡maricón!

"Un día fui a la RAE y me di cuenta de que allí no tenía amigos. Los vi a todos como si aquello fuera un casino de pueblo" 

Típico de Pérez Reverte.

Un día fui a la RAE de visita y me di cuenta de que allí no tenía amigos. Los vi a todos como si aquello fuera un casino de pueblo. Creo que es importante rechazar lo que no te interesa.

Porque ¿uno es todas las cosas que rechaza?

Se lo oí decir una vez a Atxaga, la gente sabe las cosas que aceptas pero no a lo que te has negado. Yo soy solo un barcelonés, bueno un barcelonés de otra época.