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'Hai, la pescadora de somnis': magia femenina, poesía y fantasía

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Eduardo de Vicente

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La palabra “magia” es femenina sin embargo, curiosamente, solemos atribuirla a artistas masculinos y ellas suelen ser las ayudantes (léase floreros) del prestidigitador de turno. Pero las cosas están cambiando y una buena oportunidad para descubrirlo es el original espectáculo Hai, la pescadora de somnis dirigido por el excubano Miquel Crespi y protagonizado por la actriz e ilusionista Joana Rhein en el TeatreNeu los domingos por la tarde. Es teatro visual, pero también magia (casi) sin palabras, poesía y fantasía.

Cuando entramos a la sala vemos que el escenario está ocupado por un barquito de madera del cual cuelgan extraños artefactos. La vela es un pañuelo, hay una percha y un zapato gastado parece hacer de timón. Al fondo, no hay un telón sino una red de pescador. La protagonista ya está en escena y luce un abrigo pero no le vemos la cara ya que está tapada con una caja de cartón con círculos blancos y rojos, como si fuera una nariz de payaso. Mientras nos acomodamos (es recomendable llegar con tiempo ya que las sillas no están numeradas y se llena rápido) vemos que gesticula moviendo las manos, haciendo ver que toca un violín imaginario entre otras imágenes.

Botellas, corchos, caracolas y luces

A continuación nos va sorprendiendo con trucos elegantes y poéticos. Un pañuelo se convierte en una botella, saca de su boca un número infinito de tapones de corcho o una tira sin fin que reparte entre los pequeños. Una caracola crece de tamaño ante nuestros ojos, aparece una luz al final de una caña de pescar y una cuerda rota se recompone. Los niños la ayudarán desde la distancia en su misión de pintar un libro en blanco y se enfundará unos auriculares en forma de caracolas.

Marionetas mágicas

Los títeres también hacen su aparición por medio de un pequeño marinero que manipula para conseguir efectos sorprendentes con la ayuda de un gigantesco pez mientras nos enseña a cantar su canción “Ha ha hai” y juega con las burbujas hasta extraer de la mismísima boca de los chicos una luz roja. La cara que ponen es de foto. Juega con un pájaro que pasea por la platea con cómicos resultados y, más difícil todavía, cuelga su abrigo en la percha y se sitúa detrás introduciendo las manos por las mangas. Los siguientes trucos los hará a ciegas. Para despedirse hará un pequeño obsequio a los peques, que lo guardarán como un tesoro en su habitación.

Es un montaje presidido por la sencillez y la delicadeza, con ese insólito toque femenino poco habitual en el mundo de la magia, que nos insta a intervenir desde nuestra localidad con palmas, canciones o todo tipo de gestos. Muy participativo y misterioso, hace que nuestros niños se queden con la boca abierta con cada nuevo número y dejándose llevar por la poética estética que desprende.  Es magia, pero también un paseo por el mar a través de sus sonidos y una música evocadora creada expresamente para el espectáculo por el compositor Mario Cortizo. Y también tiene algo de clown, marionetas y humor. Y todo ello a partir de elementos reciclados y preocupados tanto por la diversión como por la sostenibilidad. Un atractivo viaje por el mar para el que no hacen falta salvavidas, solo un poco de imaginación.