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Una comedia teatral destapa el romance secreto entre Ben-Hur y Mesala

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Eduardo de Vicente

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Desde hace muchos años diversos expertos han especulado con la posibilidad de que la rivalidad entre el judío Judah Ben-Hur y el romano Messala que explicaba Lewis Wallace en su novela, versionada en el cine por William Wyler, no fuera otra cosa que la prueba de su mutua atracción homosexual. Lo defendía el gran Terenci Moix e incluso, el coguionista, Gore Vidal, lo reconocía. Ahora, una comedia desmadrada lo convierte en realidad. Se trata de la espectacular Ben-Hur, con el subtítulo de “la historia jamás contada” y puede verse en el Teatre Coliseum (¡qué nombre más adecuado para este montaje!) hasta mediados de marzo.

Es el nuevo espectáculo escrito por el actor Nancho Novo para la compañía Yllana, que ya tiene experiencia en montajes sobre Monty Python e intenta imitar su estilo. Sin ir más lejos, el cartel anunciador bebe directamente de las fantasías animadas de Terry Gilliam, y el tema parece querer emular a La vida de Brian. Su tipo de comicidad funciona, es muy divertido y resulta imposible aguantar la función sin reír y provocar alguna carcajada, también los actores se desdoblan en múltiples personajes, aunque no es comparable al ingenio de los gags de John Cleese y compañía.

Viaje a la antigua Roma

El telón se abre y nos muestra unas columnas romanas y, al fondo, una pantalla de cine en la que se irán proyectando todo tipo de imágenes que complementarán la acción o servirán para darle profundidad. El introductor (podrían haber mejorado la broma llamándole "relator"), Agustín Jiménez, junto a otros miembros del reparto nos sitúan en la antigua Roma y juegan con la devoción a sus dioses para que, luego, un vídeo nos sitúe en el contexto histórico.

Este montaje juega mucho con los espectadores que, en la siguiente escena, conocen a los tres Reyes Magos mientras cabalgan con sus camellos por la platea y asisten a sus discusiones sobre el nombre de su dios respectivo y plantean el dilema más ocurrente: ¿cómo pueden seguir a  la estrella que les conducirá hasta el Mesías en pleno día y en el calor del desierto? Paralelamente, María y José, gallegos de Galilea, buscan un refugio y un poeta (Michael Collins-Moore) hace de narrador apareciendo donde menos te lo esperas.

Las mujeres reivindicativas

El momento que desencadena la tragedia llega a continuación con la aparición del romano Messala (Fael García), sus conversaciones con la familia, sus primeras tensiones con Ben-Hur (Víctor Massán) y la caída de la vasija que impacta en un militar y lleva a éste último a convertirse en esclavo. En este punto se hace una reivindicación femenina con las dos actrices (hilarantes María Lanau y Elena Lambao) soliviantando a las masas (léase espectadores) y denunciando el machismo de la obra, ya que no vuelven a aparecer hasta el final. ¡Y en qué condiciones!

La platea (y el anfiteatro) también tiene que colaborar para ayudar a sacar adelante el barco y remar como uno más y cuando los esclavos tienen sed aparece Jesucristo a los acordes del tema principal de Jesus Christ Superstar. Una tela azul hace las veces del mar y Ben-Hur consigue solventar la falta de actitud de la tripulación animándoles con un guiño a Queen. La pantalla cobra protagonismo para mostrar un impactante choque naval.

Chistes sexuales con una estatua

Más tarde nos encontramos ya en un palacio donde la atención se centrará en una escultura de un hombre desnudo que está más viva de lo que parece y que da pie a todo tipo de chistes sexuales. Messala se entrena con su criado en un gag que recuerda mucho a las peleas del inspector Clouseau con su criado oriental Cato y, más tarde, se enfrentará a su némesis, Ben-Hur, unas luchas perfectamente coreografiadas.

Las dos mujeres, la madre y la hermana del protagonista, vuelven a aparecer e insisten en reivindicar su papel ya que ahora son leprosas en busca de alguien que les cure. Se les caen los miembros y parecen salidas de Walking dead. Y este alguien será un Jesús muy soso y sin un discurso claro al que ayudarán a ganar carisma y al que dictarán algunas frases para sorprender a su auditorio. Ellas se convierten en sus guionistas a cambio de la sanación.

Una espectacular y divertida carrera de cuadrigas

Y llega el momento más esperado, la famosa escena de la carrera de cuadrigas que resulta muy vistosa y que requiere la máxima sincronización de los cuatro actores (corredores) con el fondo que se va mostrando en pantalla. No son los primeros en utilizar este recurso, pero supone la cumbre del espectáculo y visualmente es muy potente. Un desenlace de culebrón mientras suena el It’s raining man de las Weather Girls convierte el final en una fiesta en la que no falta el mensaje de que nos cuestionemos las verdades que nos vienen dadas por los medios de comunicación para intentar darle algo de trascendencia a un montaje que es pura risa.

Quizás su humor no sea muy sofisticado, algo bruto pero sin llegar a ser soez, los actores consiguen la complicidad del público y, quien más quien menos, todos nos hemos echado unas buenas risas y apreciamos la versatilidad y entrega del elenco y la originalidad de la propuesta. Quien quiera pasar un buen rato, sin más, y descubrir cómo Ben-Hur sale del armario, ya sabe dónde ir. A Terenci seguro que le encantaría, a Charlton Heston, no tanto...