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El Foment Hortenc convierte el musical 'Jesus Christ Superstar' en un milagro

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Eduardo de Vicente

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El teatro amateur es frecuentemente infravalorado sin caer en la cuenta de que es la semilla de las nuevas generaciones. Sí, tenemos unas escuelas de un gran nivel pero no siempre sus alumnos tienen la oportunidad de participar en montajes complejos frente a un auditorio numeroso. La tarea que hacen estas entidades es ejemplar ya que consiguen con muy pocos medios inculcar el gusanillo del escenario en los chicos y algunos de ellos descubren lo que quieren ser de mayores.

El Cercle de Gràcia o el Foment Hortenc serían dos de los mejores ejemplos de la ciudad pero hay muchos más. Y es que estos días, el local de Horta se ha enfrentado al más difícil todavía, representar la ópera rock Jesus Christ Superstar y los resultados son más que positivos. El éxito ha provocado que se hayan ampliado las funciones, pero no nos durmamos, que las entradas se agotan rápidamente.

La versión más difícil, en catalán y con música en directo

No se han conformado con versionar el musical tradicional, que data de 1971, sino que se han atrevido con la adaptación de 2012, estrenada con motivo de su 40 aniversario, mucho más compleja técnicamente. Está traducida al catalán, algo poco habitual, intervienen más de 60 actores, una veintena de técnicos y, además, cuenta con música en directo a cargo de una banda compuesta por siete músicos, nada de utilizar la pregrabada. ¡Bravo!

Esta relectura de la obra de Andrew Lloyd Weber consiste en una partitura algo más rockera y un decorado a base de estructuras metálicas por las que circulan los actores y que recuerda un poco a la de Rent así como grafitis. En la parte superior, una pantalla muestra imágenes continuamente. Arranca con un montaje de noticiarios televisivos para denunciar el caos mundial actual y, posteriormente, sirve para ver planos más cercanos de lo que ocurre en el escenario o para destacar algún elemento concreto.

Jesucristo en el siglo XXI

Durante la obertura y la primera canción se suceden los enfrentamientos entre policías antidisturbios y jóvenes. Sí, esto es el siglo XXI y Judas lleva rastas; los fariseos, americana y corbata y en el clásico número Hosanna aparecen pancartas sobre asuntos contemporáneos. La escena en la que Jesús expulsa a los mercaderes del templo parece una rave, un Sodoma y Gomorra de diseño y cuando es acosado por los enfermos da la sensación de estar en un capítulo de Walking dead.

Este musical, como bien saben los aficionados al género, se centra en los últimos días de Cristo, su amistad con Judas, que le admira pero al mismo tiempo le traiciona, la pasión que siente por él María Magdalena y todo el calvario final. Resulta curioso que cuando llegó su versión cinematográfica a nuestro país en 1975 fue repudiada por la Iglesia al considerar que insinuaba una relación con María Magdalena. Años más tarde, el filme se ponía como ejemplo y se proyectaba en escuelas religiosas.

Coreografías divertidas y emoción en el desenlace

La adaptación tiene también coreografías, no solo se canta, también se baila. Sencillas, pero muy efectivas y un número muy divertido, la canción de Herodes, con una chaqueta verde muy hortera que pide a los espectadores que envíen SMS para decidir si Jesús debe ser ajusticiado mientras unas chicas bailan charlestón. El tramo final es altamente emocionante con los latigazos ingeniosamente representados y que los espectadores sufren en sus propias carnes sean creyentes o no. El esperado tema Superstar, en el que Cristo es colgado en una cruz ¡amarilla! nos transporta al esperado desenlace. Lo que viene a continuación es apoteósico, el público aplaude puesto en pie en una ovación interminable y el escenario y la platea parecen uno solo en una inmensa fiesta.

El reparto cumple con eficacia con sus respectivos roles. Sergi Ferreté transmite la vulnerabilidad, las dudas de un Jesucristo que sabe cuál será su fatal destino. El mayor reto es la canción Getsemaní y los falsetes de su personaje, y los pasa con nota. Judas (Adrià Giralt) es el más enérgico, se entrega al máximo y se deja la piel. Ambos participaron en la reciente versión del Foment de Los Miserables, mientras que María Clapés (María Magdalena) interpreta con dulzura y una voz cálida sus temas, que son el momento de calma dentro de la tormenta. La banda proviene, en su mayoría, de la Orquestra de Guitarres de Barcelona, de la que también surgió su director musical, Ricard Solé.

Por amor, mucho amor, al arte

Aquí nadie cobra, todos lo hacen por amor al teatro y lo que recaudan con las entradas (a precios ínfimos) se utiliza para financiar el siguiente montaje. Ellos construyen los decorados, hacen los vestidos y bien sean protagonistas o hagan de figurante, son una familia en la que desde el primero al último solo intentan ofrecer el mejor espectáculo posible. Cada uno de ellos tiene su respectivo trabajo o sus estudios y sacan tiempo de debajo de las piedras para ensayar una y otra vez. La próxima vez que hablemos del teatro amateur o aficionado hagámoslo desde el mayor de los respetos, con admiración porque lo que consiguen, con Jesucristo o con quien sea, sí que es un auténtico milagro.