CRÓNICA

Pedro Guerra, duraderas 'Golosinas' en el Palau

El cantautor canario regresó a la sala modernista para revivir el repertorio dorado de su primer disco en solitario

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Jordi Bianciotto

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La sombra de duda que pudo acompañar a Pedro Guerra cuando, hace casi 25 años, la maquinaria promocional le presentó como producto pop de temporada fue quedando disipada a medida que su carrera avanzaba y su estilo se consolidaba. Pero no ha vuelto a conectar con el público como lo hizo entonces, con discos como aquel primerísimo trabajo, 'Golosinas', cuya reedición y aniversario le permitió volvió a acudir este viernes el Palau, sala que desde el 2008 se le escapaba de las manos, y que le acogió ahora en el marco del festival Guitar BCN.

Canciones, las 17 que configuran el disco, salvadoras y evocadoras, con las que recuperamos al trovador que, en marzo de 1995, se presentó con tan solo su voz y su guitarra en Los Tarantos, filtrando sus influencias (cubanas, brasileñas y argentinas, sobre todo) en una lírica que iba del yo más vulnerable y metafísico a la pincelada social. Guerra las recorrió con buena caligrafía, las nueve primeras en solitario, desde la misma 'Golosinas', con "Silvio y 'Ojalá' como coartada", y a través de la nostalgia desmitificadora de 'Las gafas de Lennon' o la emotividad un poco teatral de 'Dibujos animados', envuelta, con en los viejos tiempos, por el cántico del público.

Solo y a trío

Un Guerra tan sereno como entonces, porque a los 27 tenía casi tanto aplomo como ahora a los 52, e igual de hablador, más guasón que pretencioso, transmitiendo la risa fácil al público y refiriéndose a 'Golosinas' no tanto como al principio de algo sino al testimonio del "tránsito" entre su Güimar (Tenerife) natal y su establecimiento en Madrid. Ovaciones en 'crescendo' con 'El marido de la peluquera', punto álgido de delicadeza y sensualidad, y ya acompañado de dos músicos (Toni Gil al bajo y Guillermo Molina a la batería), el divertimento 'funky' de 'Rap a duras penas', la frivolidad del disco, rumbo a la popular 'Contamíname', sintonía oportuna para tiempos de mestizaje 'avant la lettre'.

Las canciones nos recordaron que Guerra tenía aptitudes para subirse al tren de los grandes cantautores en español, si bien los tiempos eran otros, y todo, en general, un poco más difícil. Pero, consumado el recorrido de 'Golosinas', sacó del baúl piezas de discos posteriores que le hicieron crecer como autor, desde 'Pasa' y 'Debajo del puente' hasta 'Daniela', incluyendo ahí una más moderna y menos conocida, 'La maestra'. Elección con trasfondo político: la dedicó a "los maestros republicanos que sufrieron la represión por haber alfabetizado las clases populares".

No solo Pedro Guerra se ha hecho mayor respecto a aquellas noches de euforia desatada de dos décadas atrás, en sus primeras visitas al Palau: también el público, que le dispensó calidez aun sin la efervescencia que se respiraba entonces. Así fueron acogidas las últimas canciones, 'Miedo' y la simpática 'La lluvia nunca vuelve hacia arriba', con el dulce ánimo de quien se reencuentra con gratos episodios de juventud.