COMPOSITORA OLVIDADA

Embajadores de Élisabeth Jacquet de La Guerre

Lina Tur y Kenneth Weiss interpretan sonatas de una de las artistas francesas más famosas de barroco en la capella de Santa Ágata

Lisa Tur  violinista  y Kenneth Weiss

Lisa Tur violinista y Kenneth Weiss / periodico

Marta Cervera

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Fue una niña prodigio, cuyo talento, apadrinado por el rey de Francia Luis XIV, contó con los mejores maestros de su época. Su padre, el organista de la iglesia de Saint Louis de París, detectó el don de su hija desde temprana edad. "Élisabeth Jacquet de La Guerre fue una de las compositoras mejor conocidas de su tiempo", recuerda Lina Tur, una de las violinistas más fascinantes de su generación, que ha grabado las preciosas sonatas para violín y clave de esta compositora poco conocida con el sabio clavecinista Kenneth Weiss. Este jueves interpretan algunas de ellas en la Capella de Santa Àgata (20.00 horas) dentro del Festival Llums d'Antiga. Completarán el programa con algunas sonatas de Corelli, compositor que causó furor en el mundo entero y que influenció a la compositora francesa. "La música de Elisabeth es fantástica, denota una gran maestría. No tiene nada que envidiar a Corelli, es música de un gran nivel con una carga emocional muy fuerte y profunda".

La clavecinista y compositora francesa creó estas piezas después de una etapa difícil en la que perdió a sus padres, a su único hijo de 10 años, que también era un prodigio del teclado, y a su marido. "Sus extraordinarias sonatas para clave y violín fueron lo primero que escribió tras un tiempo alejada de la música. Reflejan muy bien su estilo pero también hay algo de ese dolor y tristeza que llevaba dentro. Su música tiene personalidad y sensibilidad", comenta esta solicitada intérprete, cuyo repertorio abarca los últimos 400 años y que pronto veremos en el Liceu como concertino con la ópera 'Rodelinda', de Händel.   

Famosa en su época

E.J. de la Guerre (1665-1729) era muy famosa en París, como intérprete y compositora. Compuso desde obras para clavecín hasta ballets, óperas y cantatas. Fue de las primeras que experimentó con los estilos italianos de sontata, como también hicieron Couperin y Charpentrier. "No creo que el hecho de ser mujer haya influido en que su obra cayera en el olvido. Es algo que ha pasado con muchos creadores", apunta Lina Tur, feliz de volver a actuar en Barcelona. Ya ha podido comprobar el interés que suscita la música de esta compositora, tanto en EEUU como en Europa.

"Su música produce un flechazo. Eso al menos me ocurrió a mí la primera vez que la interpreté en el Auditorio Nacional. Entre el público había un director y le gustó tanto que me propuso grabar un disco", recuerda. Eso no suele ser lo habitual, pero tampoco lo es la carrera de Tur, que empezó a estudiar violín a los 14 años.

"Mi padre nos transmitió el amor por la música. Nunca fue una imposición", dice Tur cuyo hermano es músico de jazz. Él toca el bajo y la guitarra aunque trabaja como profesor de Literatura en Barcelona. "Siempre he estado rodeada de música, incluso sueño con ella. Me despierto a menudo riendo porque en mis sueños la gente no utiliza palabras sino música para expresarse. ¡Pero son cosas que a veces ni yo entiendo!". Cosas del subconsciente, porque la música es un idioma universal. Ella no hace ascos a ningún estilo. "En el barroco improvisaban tanto como en el jazz", apunta la violinista, que ha coqueteado con el free jazz y con el pop en algunos bares de Ibiza.

Escuchar de todo

En su casa escuchaba de todo. "Mi padre me enseñó a amar la clásica y mi hermano me descubrió a cracks como David Bowie y Peter Gabriel. A veces pienso que los músicos de la clásica hemos estado demasiado encerrados en nuestro mundo. En parte es normal, porque hay muchas horas de estudio y entreno, pero hay que desencorsetar la clásica", sentencia. En su opinión todo es música. "La clásica no es ni peor ni mejor que otros estilos. Cada época tiene un sonido diferente. Vivaldi fue el rockero de su tiempo. Los sentimientos y emociones que transmitía con su música hace 300 años ahora se expresan a tavés del rock, con sonidos eléctricos más cañeros. Pero la esencia de la música es la misma, porque los grandes compositores, como los grandes autores, llegan al corazón de la gente".

Tiene muchos proyectos en mente. Acaba de salir su último disco dedicado a Bartok grabado con Enrico Onofri, publicado por el sello suizo Pan Classics. "Es un honor haber grabado estos dúos de violín con este gran músico", destaca Tur. Y espera grabar para el 2020, Año Beethoven, sus sonatas. "Será un homenaje a mi padre. Beethoven era su compositor favorito".