Opinión | ANÁLISIS

Quim Casas

Periodista y crítico de cine

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Gaudí 2019: premios en tiempos de crisis del cine (en) catalán

El cine de Isaki Lacuesta no tiene fronteras ni limites, sean artísticos o geográficos

Isaki Lacuesta recoge el Premio Gaudí a 'Entre dos aguas' a la mejor película en lengua no catalana.

Isaki Lacuesta recoge el Premio Gaudí a 'Entre dos aguas' a la mejor película en lengua no catalana. / periodico

Los prolegómenos de esta edición de los premios Gaudí han venido marcados por las informaciones sobre la crisis del sector, tanto a nivel de producción como de resultados en taquilla. El cine catalán (o el cine en catalán) está hoy un poco peor que hace unos años. No deja de ser paradójico teniendo en cuenta los buenos filmes que se han realizado y la presencia de unos cuantos directores y directoras (Isaki Lacuesta, Carla Simón, Elena Martín, Meritxell Colell, Marc Recha) entre los mejores exponentes de nuevas líneas de trabajo suficientemente interesantes para contentar a públicos distintos. En Madrid, hace dos décadas, no acabaron de entender lo que se proponía desde el cine catalán a través del trabajo con la ficción y el documental, y algunos de aquellos títulos firmados por Joaquim Jordà, José Luis Guerin o Isaki Lacuesta sentaron las bases de una forma de entender el cine que ha funcionado muy bien en contextos y países de lo más diverso.

La diferencia del idioma (los filmes hablados en catalán y los realizados aquí pero dialogados en otras lenguas, básicamente el castellano) posibilita esta extraña situación, a veces digna de la historia de Jekyll y Hyde, en la que compiten ocho películas en dos categorías diferentes. De hecho, 'Petra', de Jaime Rosales, tiene diálogos en castellano y otros en catalán, así que puestos a repartir, debería haber estado en las dos categorías como lo está 'Roma' en las nominaciones a los Oscar como mejor película y como mejor película de habla no inglesa. El cine no pertenece a ninguna lengua, de ahí, aún, su carácter universal.

La ganadora del Gaudí al mejor filme es 'Les distàncies', segundo de Elena Trapé (el primero, 'Blog', realizado hace ocho años, me parece mucho más conseguido). Narra la relación entre cinco personajes en el Berlín actual. Tampoco ocurre en Catalunya 'Entre dos aguas', la película rodada en la gaditana Isla de San Fernando que ha obtenido el Gaudí a la mejor película de habla no catalana.

Lacuesta vuelve a los personajes de 'La leyenda del tiempo' y consigue otra de sus mejores experiencias en el terreno de la no ficción, que no exactamente documental. La película ya ganó la Concha de Oro en la última edición del festival de San Sebastián y está nominada en los Goya. Su cine no tiene fronteras ni limites, sean artísticos o geográficos.

Normalización paritaria

De hecho, la Acadèmia del Cinema Català debería reflexionar sobre todo esto, aunque le permita cada año nominar más películas en su conjunto con el pretexto de las lenguas utilizadas. Las cuatro habladas en catalán han tenido una difusión menor, y no siempre es por temas idiomáticos, algo que, cierto, no permite competir en las mismas condiciones en España: 'Formentera Lady', 'Les distàncies', 'Yo la busco' y 'Jean-François i el sentit de la vida'. Las de lengua no catalana ('Entre dos aguas', 'Petra', 'Viaje al cuarto de una madre' y 'El fotógrafo de Mauthausen') han tenido, no todas, algo más de tirada y han participado en certámenes de distinto signo: 'Petra', sin ir más lejos, estuvo en Cannes.

Más allá de consideraciones estrictamente cinematográficas, pero de innegable valor en la actualidad si es que la normalización se hace realidad en todos los ámbitos, es interesante que de esas ocho películas la mitad estén realizadas por directoras (Elena Trapé, Mar Targarona, Celia Rico y Sara Gutiérrez Galve). No deberíamos aplaudirlo hoy porque debería ser algo absolutamente normal. Pero si es la producción, distribución y exhibición (además del talento, claro) lo que no se normaliza, de poco va a servir que exista paridad en una industria donde es tan difícil encontrarla.