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El Mag Lari celebra sus bodas de plata en la profesión con sus mejores 25 números

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Eduardo de Vicente

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Uno de los mejores ilusionistas de nuestro país está celebrando su cumpleaños, ni más ni menos que 25 años, no de vida sino de profesión. Se trata del Mag Lari que ha aprovechado esta onomástica para hacer un “grandes éxitos” de sus espectáculos compuesto por ¡25 números! que se titula 25 il.lusions. Los desconfiados pueden ir haciendo cuentas a medida que van pasando. Es un montaje deslumbrante, espectacular y muy muy divertido, especialmente recomendable para los niños. Casi dos horas de sorpresas que se pasan como un suspiro. Y hoy es el día ideal para disfrutarlo porque en el Onyric-Teatre Condal se han sacado de la chistera una sesión especial en la que, tras la función de esta noche, habrá un coloquio con el artista.

Al llegar a la sala vemos como, en los laterales, se proyectan unas pequeñas luces en forma de estrellitas o de copos de nieve. Sobre el escenario, una caja metálica con un candado que protagonizará más adelante una de las mejores escenas y en la pantalla se proyecta una imagen en movimiento del rostro del mago que reserva una sorpresa para el inicio. Mientras el público se acomoda suenan fragmentos de viejas canciones, desde la sintonía de S.W.A.T. (Los hombres de Harrelson a Vivir así es morir de amor), que nos hacen sonreír. A continuación podemos ver su álbum de fotos, desde que era pequeño hasta instantáneas con maestros como Juan Tamariz o artistas como Anna Barrachina disfrazada de Estrellita Verdiales, la protagonista de Cegada de amor. Y empieza el espectáculo…

Un inicio vertiginoso y trepidante

La apertura es trepidante, en unos diez minutos, se suceden a una velocidad de vértigo varias apariciones y desapariciones misteriosas y pensamos que como todo sea así, en media hora estamos en la calle… Evidentemente no pueden aguantar este ritmo y luego es más reposado. Los ayudantes son bailarines y ejecutan diversas coreografías y acrobacias que son recibidas con agrado. Le siguen nuevos trucos con un pañuelo rojo, unas bolas chinas e incluso nos desvela alguno de sus secretos o nos muestra un número desde la trastienda, como si fuera parte de la comedia Pel davant i pel darrera.

Los espectadores tienen una parte activa y, aviso para los tímidos, ¡nadie está a salvo de convertirse en voluntario por más que se esconda! El primero en colaborar es un niño que vigila un juego de espadas mientras Lari hace un playback del Eloise de Tino Casal y que, más tarde, fingirá haberse cortado un brazo con cómicos resultados. Tras hacer que una de sus colaboradoras se esfume mágicamente, otra persona del público es escogida para participar en un ejemplo de alto riesgo en el que le introduce una espada en el cuello mientras suena el Amor de hombre de Mocedades. ¡Uff! ¡Qué peligro tiene!

Homenajes a Michael Jackson y al cómico Joan Gimeno

A todo esto, la iluminación es generosa y el vestuario del mago, cada vez más brillante. Sus fieles ya saben que es un fan incondicional de Michael Jackson y le rinde homenaje siempre que puede. Esta no es la excepción ya que también utiliza su característico traje rojo e incluso el disfraz de hombre lobo de Thriller y suenan varios de sus éxitos como Black or White para utilizar a dos ayudantes vestidos de estos colores y partirlos en una caja con un serrucho.

Nos lo estamos pasando como unos críos, disfrutando, riendo con sus ocurrencias pero también hay un momento para la emoción con la deliciosa historia de amor entre sus abuelos para la que utiliza un ovillo de lana con sorpresa final, claro. A más de uno se le escapa una lagrimita. En otra escena maravillosa relata sus inicios en el Llantiol, el pequeño y entrañable local de la calle Riereta donde era uno de los dos miembros de Lari y Secundina, y rinde un merecido tributo al gran Joan Gimeno, el maestro de ceremonias del local interpretando el Mein Herr de Cabaret con el que cerraba sus actuaciones. Muchos no nos habíamos dado cuenta hasta ahora pero es cierto que su humor burlón y sin complejos, incluso sus improvisaciones, recuerdan a las del genial humorista que utilizaba dos ceniceros redondos transparentes, se los ponía en los ojos y fingía ser Marina Rosell. Esperemos que algún día se anime a volver a deleitarnos con su ingenio en algún local barcelonés, que le echamos de menos…

Del Titanic a Houdini

Ya estamos en la parte final en la que sigue sorprendiéndonos con un juego de cartas que manipulamos desde nuestra butaca y que tiene un desenlace que nos hace aplaudir con ganas, hace desaparecer a un espectador y lo teletransporta en una vieja caja del Titanic y él mismo protagoniza uno de escapismo a lo Houdini en el que hay tener cuidado porque puede hacer ¡chas! y aparecer a tu lado. ¡Impactante! A la salida tienes la sensación de que te ha apabullado con tal cantidad de trucos que ya te da igual si has intuido dónde está la trampa o no. Lo único importante es que te has divertido un montón y el viaje ha valido mucho la pena. La próxima vez que le escuchemos algún conjuro mágico ya podemos ponernos a temblar…