PASADO NOVELADO

Recorrido por 2.000 años de historia de Barcelona de novela en novela

Las ficciones históricas que ponen la marca de la ciudad en el centro del relato se inician temáticamente con los íberos

Una imagen del Paseo de Gràcia en 1905.

Una imagen del Paseo de Gràcia en 1905. / periodico

Elena Hevia

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Es fácil seguir el pasado de ciudades como París o Londres al ritmo de las novelas históricas que las tomaron como escenario a lo largo de los siglos. Sin embargo, ese honor no le cabe a Madrid, que no tiene sentido como ciudad antes del siglo XVI o a Sevilla, pese a su esplendor en el mercado de Indias y sus grandes momentos dramáticos, sino a Barcelona que no ha perdido comba en el género desde el tiempo de los layetanos (el equivalente ‘nostrat’ a los resistentes galos) hasta principios del siglo XX. Barcelona ha sido romana, medieval, revolucionaria, negrera, burguesa y anarquista, una serie de adjetivos que colorean su historia y son irresistibles para los novelistas.

De casi todos esos periodos históricos hay ficciones escritas desde el presente, con sus particulares intereses. Al fin y al cabo la novela histórica se la inventó en el XIX un nacionalista escocés, el dipsómano y poliomielítico Walter Scott con ánimo de rescatar el pasado y reescribirlo a mayor gloria de la nación escocesa. Constata Isabel García Trócoli, arqueóloga y autora de ‘Rubricatus’, relato de cómo la ibérica Barkeno se convirtió en la romana Barcino, allá por el año 13 antes de Cristo, que “esta es una ciudad que existe desde hace más de 2000 años, con una historia muy rica. Pero la novela histórica viene de lejos de cuando la burguesía catalana necesitaba reivindicar la historia de Catalunya y también, claro está, la de una capital que ama y engrandece. Es entonces cuando se crea también un público lector”.

Un personaje y su época

Como un lugar donde suceden cosas, así define Barcelona Maria Antònia de Miquel, que imparte un curso sobre el género en el Ateneu. “La gracia de la novela histórica es que la peripecia de los personajes esté íntimamente ligada al momento que les toca vivir. Pienso en el protagonista de ‘Victus’ de Albert Sánchez Piñol, Martín de Zubiría, si no se hubiera visto envuelto en un conflicto bélico no hubiera sido un sujeto novelable”.  Ese planteamiento que parece de una cándida sencillez no siempre se cumple en este tipo de novelas. Las hay bien documentadas (que funcionen o no como ficción ya es otro asunto) y hay aquellas que el trasfondo histórico es un mero decorado donde situar a los personajes.

Además ficción y realidad no han ido necesariamente de la mano. En un reciente trabajo, dos historiadores del arte, Joan Domenge y Jacobo Vidal, han enmendado la plana al imaginario acuñado por una novela tan popular como ‘La catedral del mar’ de Ildefonso Falcones y es que Santa María del Mar nunca fue catedral y tampoco, una iniciativa de los pobres. ¿Hasta dónde puede llegar la fantasía del novelista? Enric Calpena, que además de novelista ha sido biógrafo de la ciudad, tiene su regla: “Puedes inventar, pero has de ser riguroso con las fuentes”.

Hay novelas que van un paso más allá y están indiscutiblemente unidas a nuestro imaginario barcelonés. ‘La ciudad de los prodigios’ de Eduardo Mendoza es un título indiscutible.  “Porque al margen de ser una novela histórica es una novela de calidad –dice De Miquel-, para muchos barceloneses la historia de Onofre  Bouvila, el oportunista en los años de pujanza, fue revelación de lo que había ocurrido en su ciudad”. Ese honor de novela histórica de calidad también le correspondería a 'Senyoria' de Jaume Cabré, intento de retratar los cambios ideológicos de la ciudad a finales del XVIII, o a ‘La felicitat’ de Lluís-Antón Baulenas, novela tantas veces comparada con ‘La ciudad de los prodigios’, que con el trasfondo de la Semana trágica, cuenta la apertura de la Via Layetana.

Carencias

No toda la línea del tiempo histórica de Barcelona está cubierta.  Todavía faltan historias al encuentro con sus épocas. Calpena constata que los visigodos no tienen novela, que el siglo XVI -los años de decadencia de la ciudad en los que la corte de Carlos I abandona definitivamente la ciudad- tampoco anda sobrado- y poniéndonos estupendos propone una curiosa novela sobre la Barcelona neolítica “porque en la plaza de la Gardunya se han encontrado restos”, una especie de ‘En busca del fuego’ a la catalana. ¿Alguien se atreve?

También de esas lagunas se queja Xavier Theros que con su novela ‘La fada negra’, intentó paliar el ninguneo de los novelistas sobre la primera mitad del siglo XIX, más allá de las maravillosas ‘Històries naturals’ de Joan Perucho, en las que la historia y la fantasía se dan la mano. Advierte el cronista barcelonés que solo parecen interesar en las ficciones el auge burgués de finales del XIX y en cambio se olvida el hervidero humano de la Barcelona que no ha derribado todavía sus murallas, caldo de cultivo de revueltas populares. “Es ahí donde se producen los grandes cambios”, dice mientras hace un alto en la escritura de su próxima novela sobre la segunda guerra carlista.  Una más de un género que no cesa.