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Única noche para disfrutar en cines el gran musical clásico, 'El rey y yo'

espectaculo   musical the king and i  palladium de londres

espectaculo musical the king and i palladium de londres / periodico

Eduardo de Vicente

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Los aficionados al teatro musical de gran formato pueden disfrutar desde hace ya unos años de unas sesiones especiales donde se proyectan en cines (por lo general, durante un solo día) los grandes títulos del West End londinense o del Broadway neoyorquino en unas adaptaciones muy cuidadas. Por las salas ya han pasado títulos como Miss Saigon, Newsies o Funny girl y esta noche ofrecen la oportunidad única de disfrutar de uno de los clásicos más deliciosos: El rey y yo (The king and I), en versión original subtitulada.

Fue estrenada en Broadway en 1951 siendo llevada al cine cinco años más tarde con Deborah Kerr (doblada en las canciones por Marni Nixon) y Yul Brynner. El texto parte de la novela autobiográfica de Anna Leonowens, que fue la institutriz británica de los hijos del rey Mongkut de Siam a mediados del siglo XIX, ya que quería que sus chicos tuvieran una educación occidental. Pero lo mejor es su partitura, una de las mejores de la pareja Rodgers & Hammerstein (Carousel, Oklahoma Show Boat) que contiene temas que figuran entre los favoritos de los amantes del musical.

Ganador de cuatro premios Tony

El montaje que podrá verse esta noche es el que se representó en el Palladium londinense con Kelli O’Hara (The pajama game, South Pacific) y el japonés Ken Watanabe, que fue nominado al Oscar por su trabajo en la película El último samurái. Esta reposición del año 2015 obtuvo los premios Tony en las categorías de mejor reposición de un musical, actriz, actriz de reparto (Ruthie Ann Miles) y diseño de vestuario. La dirección del espectáculo está a cargo de Bartlett Sher (South Pacific, El violinista en el tejado, My fair lady) y la filmación es obra de Gary Halvorson, realizador de más de 60 óperas del Metropolitan. Calidad garantizada en casi tres horas de buena música.

La obertura suena durante los créditos iniciales y, a continuación, se abre el telón con el momento escenográfico más espectacular. La maestra y su hijo llegan en un barco a Bangkok y Kelli O’Hara interpreta I whistle a happy tune, uno de esos temas optimistas sobre cómo vencer el miedo y descubrimos que la protagonista tiene un aire y una tesitura que recuerdan mucho a Julie Andrews. Mágicamente, la nave desaparece y nos encontramos en las calles de la ciudad repletas de gente y llega el primer número coreográfico con aroma oriental.

Los niños provocan la sonrisa

El siguiente decorado será el que predomine en la función, el salón del trono del rey mientras una muralla permanece al fondo. Allí Na-Young Jeon interpreta con brillantez la operística My Lord and Master, que muestra la sumisión que deben a su monarca. Anna no está muy feliz con esta subordinación femenina y exige, como habían pactado, tener una casa propia para no verse obligada a vivir en palacio. Su primer gran número llega después con Hello, young lovers, en la que recuerda a su marido difunto.

La marcha de los niños siameses es una de las escenas más esperadas, la más tierna y divertida. Los pequeños saludan a la recién llegada con una espontaneidad poco regia. Solo música, sin palabras pero consigue despertar la sonrisa cómplice del espectador. Watanabe interpreta su primera canción, A puzzlement, que tampoco requiere una gran exigencia vocal (lo mismo pasaba con Yul Brynner, más actor que cantante) y los chicos vuelven a robar el protagonismo en la encantadora Getting to know you donde la maestra intenta explicarles el concepto "nieve" (algo que desconocen porque allí siempre hace calor) y hay otra danza con el abanico como principal complemento.     

Una interpretación emocionante

Unas luces azules provocan el efecto nocturno ideal para que los jóvenes amantes se encuentren e interpreten el romántico We kiss in a shadow. Ya en el tramo final del primer acto descubrimos por qué Ruthie Ann Miles se llevó el Tony con una hermosa y dramática Something wonderfulPuedes ver sus ojos llorosos y te emociona. Una estatua de Buda preside el último número en el que el monarca descubre que los ingleses están a punto de llegar y pide ayuda a la institutriz para que no lo consideren un bárbaro. El enfrentamiento entre ambos provoca las réplicas más ingeniosas y llega el intermedio (15 minutos ni uno más ni uno menos).

La segunda parte se abre con la sorpresa de ver a las esposas vestidas de occidentales para intentar dar el pego ante los británicos para seguir con otro de los momentos estelares, I have dreamed, la otra canción de los enamorados donde ella brilla con fuerza. El ballet más largo de la función es una representación de La cabaña del Tío Tom Y así vamos llegando a otra de las escenas más esperadas, Shall we dance?, en la que el rey y la profesora danzan juntos aparcando sus diferencias. El desenlace tiende al drama pero muestra también la esperanza por un mundo mejor.

Una auténtica maravilla, sobre todo en su faceta musical. Imposible quedarse con una sola de las canciones, ya que muchas de ellas son obras maestras que permanecerán en nuestra memoria. Solo puede verse esta noche, así que vale la pena no perdérselo. Una joya para los amantes del género. Avanzamos ya las próximas citas, porque volverá brevemente a las pantallas la adaptación de Un americano en  París (13 de diciembre en el Catalunya de Terrassa y 12 de enero en el Boliche) y el nuevo estreno será Everybody is talking about Jamie (17 de enero) de los que daremos cuenta próximamente… etcétera, etcétera, etcétera.