Daniel Ortiz reivindica el arte como "tabla de salvación" en "Preludio"

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El actor Daniel Ortiz produce, dirige y protagoniza "Preludio", un "furioso y demoledor" monólogo que reivindica el arte como "tabla de salvación" en la sociedad y que subirá a escena a partir del 2 de diciembre en la Sala Arte & Desmayo de Madrid.

"Así como los legisladores son indispensables, creo que también los son los artistas, los atletas del alma que iluminamos aunque sea por unas horas o por fogonazos la oscuridad del corazón de los hombres", ha explicado a Efe Ortiz (Madrid, 1975) sobre la obra, adaptada de la novela homónima del periodista y escritor Jesús Ruiz Mantilla.

"Preludio" narra la historia del pianista español León de Vega, un artista "ambidiestro y ambisiniestro", furioso, bisexual, contradictorio, de derecha, de izquierda, humanista, ermitaño y, al mismo tiempo, un genio musical.

"Decían que Mozart pensaba con notas musicales, no con palabras; yo creo que León no debe andar muy lejos. Él tiene esa ambivalencia permanente que se ve en el texto y el montaje", indica el actor que ha participado en películas como "Los ojos de Julia", "No habrá paz para los malvados" o "Pájaros de papel".

El monólogo -como en la novela- está dividido en 24 capítulos que se corresponden con los 24 preludios de Chopin que son interpretados en escena a través de una serie de grabaciones de artistas como Alfred Cortot y Tracy Xian.

"La maestría de Jesús -Ruiz Mantilla- es que el arco emocional y narrativo del personaje es directamente proporcional al arco musical de cada uno de los preludios y eso conforma un viaje estupendo", dice sobre la obra con la que sintió "la necesidad vital" de llevarla al teatro y que llega en el "momento más adecuado" de su carrera.

"Preludio" es un montaje que no solo aborda el arte como "tabla de salvación" y la relación obsesiva de los artistas "con una ansiada percepción que jamás llega" sino también la búsqueda de la perfección y la redención.

"Se trata también del miedo a la soledad, el miedo a la muerte y la capacidad para perdonarnos. Son tantos los temas en torno a este personaje tan corrosivo, enérgico, verborreico y contradictorio que me pareció un caramelo", explica Ortiz sobre el espectáculo "configurado" para representarse tanto en teatros pequeños y medianos como en grandes.