Bertolucci, el burgués de izquierda radical

Todo cineasta con carrera longeva e influyente acostumbra a tener etapas muy marcadas. En la obra de Bertolucci, esas etapas, esas edades del cineasta, están bien delimitadas. La primera atañe a la colaboración con Pier Paolo Pasolini y el desarrollo de una obra críptica pero más libre. Este periodo se cerraría con la polémica, a su pesar, de 'El último tango en París' (1972).

La segunda comienza gracias al éxito de este último filme. Bertolucci ya es un autor consagrado que aspira a realizar un cine popular de izquierdas, idea que cristaliza en 'Novecento' (1976). La tercera se inicia con otro intento de hacer cine de gran producción: 'El último emperador' (1987). Y la cuarta, un tanto tambaleante y balbuciente, incluye fiascos y su última película de la que se habló generosamente: 'Soñadores' (2003).

La menos conocida es la más importante, ya que implica la formación como director, la postura ideológica y la realización de un cine que entronca con el espíritu de su tiempo, el de los nuevos cines europeos. El primer Bertolucci es contemporáneo de Pasolini y Marco Bellocchio, pero también de Jean-Luc Godard, François Truffaut y Eric Rohmer ('nouvelle vague'), Lindsay Anderson y Tony Richardson ('free cinema') y Nagisa Oshima (la nueva ola japonesa).

Desde su cómoda situación social -pertenecía a la burguesía intelectual y militó en el Partido Comunista Italiano como el aristócrata Luchino Visconti-, realizó inicialmente películas comprometidas con la izquierda y de planteamientos cinematográficos acordes con la radicalización de los nuevos cines. 'La commare seca' (1962) estaba aún muy influida por Pasolini, coguionista del filme, pero en 'Antes de la revolución' (1964) ya fusionó sus dos grandes temas, la política y el sexo, a partir de la historia de un joven de ideales comunistas y la relación amorosa con su tía.

Contra el fascismo

'Partner' (1968), a partir de relato de Dotoievski sobre el doble e interpretada por el actor más extremo del cine europeo de aquellos años, Pierre Clémenti, fue su experiencia más drástica, a la que seguirían dos de sus obras maestras, 'La estrategia de la araña' (1970), un rompecabezas sobre el fascismo a partir de la novela de Jorge Luis Borges, y 'El conformista' (1971), otra disquisición sobre el fascismo inspirada, esta vez, en un texto de Alberto Moravia.

Bertolucci no se atrevía a enviarle el guion de 'El último tango en París' a Marlon Brando, en quien había pensado desde el primer momento. Al final lo hizo, Brando aceptó y el filme fue una de las mejores muestras de cómo representar en pantalla la soledad, la urgencia sexual y la devastación de los sentimientos.

Animado por este contacto con una gran estrella, Bertolucci planteó sus nuevas etapas desde una perspectiva de gran producción. Robert De Niro, Gérard Depardieu, Donald Sutherland, Dominique Sanda, Stefania Sandrelli, Burt Lancaster y Sterling Hayden protagonizaron 'Novecento'. Jill Clayburgh interpretó el drama psicológico 'La luna' (1979). En su tercera etapa, Bertolucci intentó siempre conciliar los intereses de la autoría con los del gran éxito comercial: 'El último emperador', 'El cielo protector' (1989) -atrevida adaptación de la novela de Paul Bowles- y 'Pequeño Buda' (1993). En estos filmes contó con Peter O'Toole, Debra Winger, John  Malkovich, Keanu Reeves y Bridget Fonda y la música de Ryuichi Sakamoto y David Byrne. 'Arty' y superproducción.

La introspectiva 'Belleza robada' (1996) inició una cuarta etapa de repliegue que obtendría un buen éxito con 'Soñadores', historia de una relación a tres bandas ambientada en aquel mayo del 68 que el director italiano vivió en primera persona. A pesar de los cambios y fluctuaciones del cine de autor, los éxitos y fracasos, Bertolucci siguió siendo bastante fiel a sí mismo.