crítica de cine
'First man': donde Neil Armstrong pasa de héroe a antihéroe
Un Chazelle nada conservador asume el reto de hacer una película sin épica sobre un tema épico
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
Todos los protagonistas masculinos del cine de Damien Chazelle deben superar situaciones límite. Le ocurre al estudiante de batería de 'Whiplash', humillado por su profesor. También al músico encarnado por Ryan Gosling en 'La La Land', aunque en su caso prefiere la sumisión a la superación por mucho que su compañera, Emma Stone, le instigue a recapacitar sobre cuáles son sus ideales. Y se repite en 'First man', en la que Gosling interpreta a Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna -estigma, más que proeza, que le persiguió hasta su muerte, en el 2012-, y en cómo afronta la aventura espacial para mitigar el dolor y cauterizar la herida por la pérdida de su hija pequeña, fallecida a causa del cáncer. Aquí también es su pareja, una notable Claire Foy, quien actúa de acicate, sin mucho éxito, cuando todo se desmorona.
La filmografía sobre expediciones lunares, aventureras, fantásticas o reales, es generosa y abarca desde el famoso 'Viaje a la luna' de Georges Méliès hasta la crónica de una misión frustrada, la del Apolo 13. Nunca antes el cine había fijado su atención en la expedición que sí llegó a suelo lunar. Pero cuando lo hace, de la mano de un Chazelle nada conservador, es para ofrecer el retrato de un personaje atormentado, un antihéroe; el primer hombre en pisar la Luna, cierto, pero carente en todo momento del tono épico y triunfalista, de ahí que a un sector de la sociedad estadounidense no le haya hecho mucha gracia el filme.
No gustó la historia de un fracaso, 'Apolo 13', y ahora que se filma la historia de un triunfo, es desde la perspectiva de un astronauta introvertido, distante y progresivamente aislado del mundo que le rodea. Hacer cine sobre temas épicos pero sin épica en Estados Unidos es, ahora mismo, bajo el manto más que acre de Trump, un desafío más total que el de Paul Verhoeven y Arnold Schwarzenegger.
En esta opción reside el interés de una película en las antípodas del heroísmo pomposo. El espectador debe hacer un esfuerzo para empatizar con el Armstrong de la pantalla. Chazelle y Gosling le dan los suficientes elementos para que lo consiga. El filme es muy didáctico en algunos aspectos -la instrucción de los astronautas, las pruebas de alunizaje- a la vez que muy emotivo, influenciado en las escenas familiares por el Terrence Malick de 'El árbol de la vida'.
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