ESTRENO DE UN EMBLEMÁTICO MUSICAL
Àngel Llàcer, gran diva en 'La jaula de las locas'
El actor y director se corona con una carismática y poderosa interpretación en el Tívoli
Imma Fernández
Periodista
Imma Fernández
Es el papel de su vida. Àngel Llàcer, embutido en el disfraz de Zazá, la transformista estrella del cabaret de la Riviera francesa que da título al musical ‘La jaula de las locas’ ('La cage aux folles'). El protagonista y director de la adaptación al castellano del emblemático éxito de Broadway, basado en la obra del francés Jean Poiret (de 1973), triunfa en el Tívoli con un personaje que le sienta como un guante y le permite exhibir un dominio escénico formidable. A su lado, el siempre estupendo Ivan Labanda asume exquisito e impecable a Georges, el maestro de ceremonias, gerente del club y pareja de Albin (Zazá). Arropados por una decena de actores, ocho bailarines y ocho músicos, reinarán sin duda en la cartelera barcelonesa (luego saltarán a Madrid) con una superproducción –¡dos millones de presupuesto!- que contiene todos los ingredientes para atrapar al público. Es una fiesta, y la gente tiene ganas de pasarlo bien.
En una primera parte más cabaretera, Llàcer deslumbra con peluca y maquillaje a lo Marilyn –algunos despistados no lo reconocieron-, luce sus tablas en el paseíllo por la platea –en el estreno del jueves le sacó mucha punta a la presencia de Ada Colau y la "catalana" Elsa Artadi- y derrocha potencia vocal y carisma entonando ese ‘Soy lo que soy’ convertido en himno de la libertad. ¡Y qué bien se maneja con los tacones!
Podría haberse entregado a los excesos, pero Llàcer modula aquí muy bien los distintos registros (también la dicción francesa) bajo la piel de Zazá. Dibuja con contención la cara humana de Albin, homosexual que ha criado cual 'madre' al joven Jean-Michel (Roc Bernadí) junto al padre del chico, el citado Georges. También acierta en una dirección –Manu Guix asume la parte musical con Andreu Gallén- que alterna con ritmo y frescura la comedia con las escenas corales cabareteras, apuntaladas por el vistoso y alegre festín del vestuario (140 cambios).
Desmelene gay
La trama se desmelena en una segunda parte entregada a la comedia cuando la pareja gay debe vérselas con los futuros suegros de Jean-Michel. El padre de la novia es un diputado ultraconservador –un José Luis Mosquera que recuerda al trasunto ‘polaco’ de Rajoy- que desea limpiar Francia de garitos depravados como el que regentan Georges y Albin. Conviene que este último vuelva a meterse en el armario, a lo que el travestido se resiste.
Mireia Portas ('Polònia') aporta su reconocible comicidad como la esposa abnegada del político, con ganas de liberarse del yugo conservador, y el actor Ricky Mata se luce desmadrado, sacándole muchas chispas a su alocada interpretación del mayordomo. Igual arranca con una saeta que con una danza oriental. Hilarante.
Entre las coreografías -no son todas para tirar cohetes-, destacaremos el baile, vajilla en mano, que se marcan haciendo malabares para evitar que el matrimonio descubra los dibujos gay en la porcelana. Al final, una platea puesta en pie celebró entre ovaciones un musical llamado a tener larga vida.
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