ENTREVISTA

Amaia Montero: "Es ofensivo que presentes un disco y luego se hable de tu cara"

La excantante de La Oreja de Van Gogh pide respeto para 'Nacidos para creer', su nuevo trabajo, que interpretará este viernes en la avenida de Maria Cristina, dentro de la Mercè

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Jordi Bianciotto

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La cantante de Irún presenta disco, ‘Nacidos para creer’, el cuarto después de su marcha de La Oreja de Van Gogh, este viernes en la Mercè, en la avenida de Maria Cristina. Concierto encuadrado en la noche de Cadena 100, a partir de las 21.00 horas (abrirá Lakaste, marca de la cantautora Núria Castelló, y cerrará Manu Guix).

Sorprende su asociación con el poeta Benjamin Prado en los textos del disco.

Me parecía difícil hacer música con alguien: contarle tu vida, desnudarte…, porque en un trabajo así te lo tienes que contar todo. Pero no podíamos tener mejor ‘feeling’. Ha sido un flechazo. Horas y horas, días y días, escribiendo. Como decimos nosotros, ahora somos primos. Y me hace gracia que Benjamín solo escriba canciones con Sabina y conmigo (ríe).

¿A qué fe apela el título del disco, ‘Nacidos para creer’, con la torre Eiffel en la portada?

Nacidos para creer, para empezar, en nosotros mismos. Para mí el camino para solucionarlo todo es el amor. París es mi ciudad favorita; es la ciudad del amor. Quería cambiar cosas, porque si siempre haces lo mismo es muy aburrido.

Su lenguaje musical sigue siendo el pop, ¿un género complicado para construir una carrera solista de largo recorrido en España?

Construir una carrera de 20 años en lo que sea es complicado. Y mantenerse. Pero aquí hay canciones como ‘Me equivoqué’, que es punk, y ‘La enredadera’, que es flamenco. Y trap: en ‘Buenos Aires’, que tiene una influencia de los ritmos urbanos, del antiguo rap. Soy de Irún, al lado de Francia, donde tengo primos, y allí hace muchos años que escuchan rap.

En la primera canción se rebota contra cosas se han dicho de usted. ¿Hay un cabreo, una liberación…?

Hay una liberación, pero también un cabreo. Llevo 20 años de carera, he trabajado muchísimo, y es triste que hagas su primera actuación presentando el disco y que luego se hable de tu cara. Es terriblemente injusto. No sabe lo difícil que es que a una chica le reconozcan que compone y que está en la producción y en todo el trabajo que hay detrás de un disco. Y luego sales y lees “se ha transformado la cara”. Y dices: “¿cómo?”. Es un poco ofensivo. Bueno, un poco no: ¡es muy ofensivo!

Está enfadada.

El 8 de marzo yo estaba feliz: se decía que a las mujeres nos tienen que valorar por nuestras aptitudes y no solo por nuestro físico, y cuatro días después… “Amaia se ha transformado”. Y como puede usted ver, pues no es así, evidentemente. Aunque, claro, si me ponen al lado una foto de hace 15 años… Todo esto es muy desolador. En el disco hablo de esto: “¿A cuánto vendes tú la verdad?”. Ya pensaba yo que tenía razón, ¡pero no tanta! ¡Qué decepción! ¿Por qué no hemos avanzado más?

Pero cada vez se oyen más voces como la suya.

Es que nos pasa a todas. Tenemos demasiado valor para que se hable solo de lo físico. Si una mujer engorda, olvídate. Un chico es diferente: ”ah, está atractivo”… Y un chico si a los 40 no se ha casado es un soltero de oro, y una chica cuanto menos es sospechosa.

¡Pero si los 40 son como quien dice los nuevos 25!

Le diré una cosa, yo pasé una crisis a los 40. Sí, sí, la empecé a los 39: yo para las crisis comienzo antes. Y a partir de esa edad sabes ya mucho, lo importante, y pasas ya de todo. Y es el momento en que empiezas a darle importancia a las cosas que la tienen.

¿De dónde cree que surgió su vocación musical, de las ganas de cantar en público o de crear canciones?

De todo. La música me gustaba desde muy pequeñita. Luego empecé Químicas, conocí a los chicos de La Oreja y creo que estaba en mi destino. Formamos el grupo, fue todo muy, muy, rápido, hicimos un disco y vendimos un millón de ejemplares. Nos cambió la vida. Con 19 años.

En los 90 estaba el ‘Donosti sound’ de La Buena Vida, Le Mans y Family. ¿Había relación con aquellos grupos?

La Buena Vida eran nuestros vecinos de local. Ensayábamos al lado. Nos gustaban mucho. En el País Vasco siempre ha habido mucho rock duro, pero también Duncan Dhu, Álex Ubago o nosotros. Hay ese contraste.

Y en el 2007 dejó La Oreja de Van Gogh.

En todas las relaciones hay un punto de inflexión. Pero me siento orgullosa de aquella etapa. He tenido la suerte de vivir lo mejor de las dos partes, del grupo y de que todo recaiga sobre mí para bien o para mal.

Las formaciones de éxito suelen romperse, y al cabo del tiempo, reunirse.

Veremos si en nuestro caso ocurre. Nunca se sabe.

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