CINE
No lo llamen adulterio, llámenlo incesto
'Mogambo' es uno de los muchos casos de manipulación de los filmes extranjeros a través del doblaje
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
En el caso del cine español, la censura franquista cortó, retocó, rehízo o prohibió a destajo. Con el cine extranjero, los motivos, y las formas de actuar, resultaron distintos. Ninguna producción estadounidense o francesa tuvo que ser vista por el almirante Luis Carrero Blanco, como ocurrió con 'Canciones para después de una guerra' (1971), documental de Basilio Martín Patino aprobado a condición de que se efectuaran 27 cortes -que Patino hizo de forma escrupulosa-, pero vilipendiada después por la prensa de derechas y prohibida personalmente por quien en poco tiempo sería presidente del Gobierno.
Una de las herramientas predilectas de los censores era la manipulación a través del doblaje. El caso más aberrante es el de ‘Mogambo’ (1953), de John Ford. Grace Kelly y su marido realizan un safari y ella se enamora del maduro guía encarnado por Clark Gable. Como no podía admitirse una infidelidad en pantalla, los censores alteraron los diálogos hasta conseguir... ¡un incesto! Kelly y su marido pasaron a ser hermanos en la versión española, y qué importaba que durmieran juntos y se besaran si con ello la protagonista no era una adultera.
Erorismo 'soft'
Menos rocambolesco, pero igual de significativo, fue el añadido final de ‘La huida’ (1973), de Sam Peckinpah. En la versión original, la pareja de atracadores cruza la frontera de México tras librarse de la policía estadounidense. En la española, una voz en ‘off’ nos informa de que finalmente fueron detenidos. El crimen siempre paga. En ‘De aquí a la eternidad’ (1953), el espectador español no pudo disfrutar la célebre escena de Burt Lancaster y Deborah Kerr retozando en la playa. De ‘Vencedores o vencidos’ (1961) fueron eliminadas las imágenes de archivo del genocidio judío a manos de los nazis. De ‘El manantial de la doncella’ (1959) y ‘Rocco y sus hermanos’ (1960) serían hurtadas sus correspondientes secuencias de violaciones.
A mediados de los años 70 se estrenaron películas de la década anterior que habían sido prohibidas por su erotismo ‘soft’, caso de ‘Barbarella’ (1968) y los trajes ceñidos y fantasiosos de la heroína encarnada por Jane Fonda. Permisividad relativa, porque otras películas más importantes seguían prohibidas: ‘Cowboy de medianoche’, ‘Blow-Up’, ‘La dolce vita’, ‘La naranja mecánica’,’ La caída de los dioses’, ‘Los diablos’, ‘El último tango en París’, ‘La mujer casada’ o ‘Teorema’. Todas acabaron llegando tras la muerte del dictador y el fin de la censura, pero algunas habían provocado excursiones a las salas de Perpinyà o Andorra, donde el cine prohibido se disfrutaba mejor.
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