CRÓNICA

Una 'Pasión' de gran poder dramático

Marc Minkowski emociona al Palau con su interpretación de la obra magna de Bach

El director de orquesta Marc Minkowski.

El director de orquesta Marc Minkowski. / periodico

César López Rosell

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Toda la hondura dramática de la ‘Pasión según san Mateo’ de Johann Sebastian Bach, considerada como el cénit de la música del autor destinada al culto de la iglesia protestante, quedó reflejada el miércoles en el Palau de la Música en la actuación de Les Musiciens de Louvre y los solistas que interpretaron los diferentes roles y las partes corales de este monumento religioso.  La dirección de Marc Minkowski, uno de los referentes junto a su formación en el resurgir de la música histórica, elevó la teatralidad y musicalidad de una obra con una estructura parecida a la basada en el evangelio según San Juan,  pero que  muestra un tono más reflexivo que la anterior al recorrer el drama de un Jesús más próximo a una humanidad que comparte el dolor de su sacrificio. La fastuosa sonoridad de la orquesta y un buen ensamblaje con el minimalista grupo de  voces redondearon una aclamada velada.

Minkowski sabe administrar la escasez de elementos vocales a la hora de exponer una pieza que, aunque  resulta más impactante cuando dispone de un mayor número de voces para desplegar su planteamiento del doble coro, consigue mantener el rigor y autenticidad en la transmisión de emociones. Esta simplificación es una de las señas de identidad  del director parisino, como ya demostró en el tratamiento de su versión de la ‘Pasión según san Juan’ que oímos en la Semana de Música Religiosa de Cuenca del 2010, expuesta con solo ocho cantantes de excepcional nivel. En este  nuevo proyecto le ha bastado utilizar una docena de  intérpretes para recrear  los principales roles y unirlos en  las partes corales. Su visión pone en el centro la intensidad dramática del texto, sacando el máximo partido a la expresión del relato del Evangelista y del propio Hijo de Dios, convenientemente arropada por los fascinantes colores de su envolvente formación instrumental.

Excelentes solistas

En el elenco de cantantes destaca especialmente Anicio Zorzi Giustiniani sirviendo con gran expresividad  y flexibilidad declamatoria los recitativos del Evangelista, así como Thomas Dolé  mostrando con sensibilidad extrema tanto los pasajes de misticismo y como los del estremecimiento de Jesús en su agonía. La contralto Helena Rasker, de bello y seguro registro, fue otra de las triunfadoras. Norman D. Patzke,  Owen Willetts,  Paul Schweinester, Hélène Walter Maïlys de Villoutreys obtuvieron también buena nota en lo individual. Como conjunto, el grupo fue de menos a más, aunque le faltó un punto de equilibrio en el coro introductorio, el del cierre de la primera parte y el del final. Pero todos sintonizaron con la intensidad de un  viaje que reflexiona no solo sobre la pasión de Cristo sino también sobre la actitud del hombre, la vanidad y la redención.

Como ya queda apuntado, Les Musiciens du Louvre exhibieron dominio del estilo, brillantez en la actuación colectiva y un abrumador virtuosismo en las intervenciones de sus solistas. Minkowski supo extraer la luminosidad y el dramatismo del texto evangélico desde un sello propio que mereció el unánime reconocimiento de unos entusiasmados espectadores.