FESTIVAL BLUES & RITMES

James Hunter: "Pagar por tocar es una práctica indecente"

El músico británico de soul y rhythm & blues actúa este sábado con su sexteto en el Teatre Principal de Badalona

El músico británico James Hunter

El músico británico James Hunter

Nando Cruz

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Aprendió el oficio tocando en clubs y en la calle. Formó parte de la banda de Van Morrison y después de más de 35 años y una docena de discos dice que ya puede vivir solo de la música. Este domingo (19.00 horas) clausura la edición número 29 del festival Blues & Ritmes presentando el disco ‘Whatever it takes’.

¿Cuál fue la primera persona que le incitó a ser músico?

Hank Marvin. Los Shadows creaban atmósferas cinemáticas con unas líneas melódicas muy simples y eso te hacía creer que tú también podías hacerlo.

¿Cuál fue el primer concierto que vio?

No sé si el primero, pero uno de los primeros, fue el festival Rock Against Racism. Tenía 15 años, fui a la marcha que culminó en Victoria Park. Ahí vi a The Clash, a X-Ray Spex, a Tom Robinson, a Steel Pulse...

Pensaba que mencionaría un concierto en algún pub de Colchester, su ciudad natal. ¿No había locales en los que ver conciertos y actuar?

Había dos o tres, aunque nunca nos pagaron demasiado. A mediados de los 80 yo tenía un trío (se refiere a Howlin’ Wilf & the Vee-Jays) y nos daban veinte libras para los tres. Mis dos colegas vivían fuera de la ciudad, así que les daba siete libras y media para costear la gasolina y yo me quedaba cinco.

¿Esos fueron sus primeros conciertos remunerados?

No. En 1982 unos tipos me vieron tocando versiones de Eddie Cochran en un festival y me invitaron a tocar dos noches en un local de Downham Market, en Norfolk. Allí cobraba 25 libras cada noche. Todas para mí. Con esas cincuenta libras me compré mi primera chaqueta de cuero.

¿Por qué dejó la escuela a los 16 años?

Iba a dejarla a los 15, pero mis profesores insistieron para que me quedase. A esa edad estás desesperado por que te traten como a un adulto y solo piensas en conseguir un trabajo. Odiaba a todos los profesores menos a la de literatura. Ella sí me marcó. Leer en clase ‘Rebelión en la granja’ hizo que fuera un poco izquierdoso.

¡De ‘Rebelión en la granja’ al festival contra el racismo con The Clash!

¡Ya, ya! Con esta formación no podía convertirme en un votante de Ukip.

En 1994 se enroló en la banda de Van Morrison y apareció en dos de sus discos. ¿Creyó que su suerte por fin había cambiado?

A veces me llamaba para tocar en un concierto o varios y eso era todo. Nunca pensé que eso cambiaría mi suerte para siempre. No creo que tocar con él me aportase tanto reconocimiento o atrajese parte de su público a mis conciertos.

Días atrás escogió un disco de Morrison entre los cinco mejores de la historia. Pero no eligió un clásico como ‘Astral weeks’ o ‘Moondance’, sino ‘Contractual obligations’, uno de los peores de su carrera.

Ese disco tiene ‘Ring worm’, una canción que me hubiese encantado escribir. Y fue muy audaz por su parte grabar este disco para liberarse de su contrato. Es un documento histórico que nos habla de algo que ya no se puede hacer. Las discográficas ya no te permiten salirte con la tuya tan fácilmente.

En el 2002, cuando ya tenía varios discos a su nombre, volvió a tocar en la calle, algo que había dejado de hacer a finales de los años 80. ¿Había cambiado mucho el ambiente en las calles?

La mayor diferencia proviene de las circunstancias en las que tocaba en una y otra época. Cuando iba al mercado de Camden era por hobby. No necesitaba ese dinero porque tenía mi sueldo trabajando en el ferrocarril. Las 40 libras que sacaba cada fin de semana me las gastaba en discos. Cuando volví a tocar en la calle, en el 2002, ya era por necesidad. En Camden tocaba para los turistas. Esta vez tocaba en el Soho, por la noche, para gente que iba de clubs y adictos al crack. Todo era más oscuro, pero aún siento cierta nostalgia de aquello. De día trabajaba en una empresa de transportes y ahí sí que me trataban fatal.

En España, cada vez más locales cobran a las bandas el alquiler de la sala si quieren tocar. ¿Sucede igual en Inglaterra?

Es una práctica odiosa e indecente que también fue habitual en Inglaterra durante un tiempo. Nosotros la esquivamos y nunca tocamos en salas con esas condiciones, pero si nos lo hubiesen propuesto les hubiésemos mandado a la mierda. Es solo una forma de explotar a la gente. Como cuando pides a alguien que te haga unas fotos gratis y lo único que le prometes es una gran visibilidad. Yo nunca he podido salir de un (supermercado) Sainsbury’s con un paquete de cereales gratis prometiéndoles a cambio que diría a la gente lo buenos que son. Las salas ya viven de la barra y si un grupo atrae gente tiene que cobrar algo.

Eso provoca que, entre las bandas noveles, solo se puedan permitir pagar esos alquileres los músicos de clase media con suficiente dinero y que grupos sin apenas recursos queden excluidos de este circuito.

Claro. Solo aceptarán ese trato los músicos que no tengan necesidad de vivir de la música. Si esto sigue así, los músicos tendrán que salir a la calle y liar una pequeña revolución para que la situación cambie.

"Ser hombre y blanco nunca ha sido una desventaja, pero ser de clase obrera sí lo es. Si eres de clase obrera, tienes que moderar tus expectativas"

¿Ser de clase obrera ha marcado su forma de desarrollar tu carrera?

Seguramente, sí. Ser hombre y blanco nunca ha sido una desventaja, pero ser de clase obrera sí lo es. Te confina en unos límites a los que de algún modo te debes ajustar. Si eres de clase obrera, tienes que moderar tus expectativas.

Bastantes años atrás, Elliott Murphy comentaba que tener cincuenta y pico años era la peor época para un músico: ya no eres un chaval y aún falta mucho para que seas en un anciano legendario. Usted tiene 55.

Pero no lo veo así. A mí, hasta los cuarenta y pico no empezaron a irme bien las cosas. Y siguen mejorando. No tengo días gloriosos de juventud de los que acordarme. En mi banda nunca pudimos relajarnos o dejar de trabajar tras un disco de éxito. Y me alegro de no haber tenido ningún éxito de veinteañero. No querría que mi reputación estuviese basada en lo que hice a esa edad. Si tuviese que volver a oír los discos que hice con veinte años me cagaría encima.

¿Trabaja en algo más aparte de la música?

No, ya no. Creo que por fin he superado esa barrera y puedo mantenerme con lo que gano de la música.

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