CRÓNICA DE TEATRO

Un 'Macbeth' innovador pero limitado

La versión posapocalíptica de Teatrebrik de la tragedia de Shakespeare de La Seca tiene ambición escénica, pero le falta fuerza en la intención dramática

Un momento de la representación de 'Macbeth'

Un momento de la representación de 'Macbeth'

César López Rosell

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Las tres brujas cantan sinuosamente con un cartel de fondo cuando el público entra en la sala Espai Brossa de La Seca. 'Fair is foul and foul is fair' (Lo justo es sucio y lo sucio es justo) indica el luminoso que está detrás de ellas. La frase corresponde a una escena de la apertura del primer acto de 'Macbeth'. El espectador se siente envuelto por el magnetismo de la envolvente interpretación musical de Paula Vilagrán, Neus Fernández y Mireia Pairó. La función todavía no ha empezado pero el sentido de la tragedia de Shakespeare ya se ha instalado en el ambiente. La maldad y la traición (lo sucio) intentan ser el argumento (lo justo) para la desmedida ambición política y humana de unos depredadores.

La introducción es una forma de mostrar que esta versión de la tragedia de Shakespeare de la compañía Teatrebrik es innovadora y atrevida. El marco escénico, ubicado en un espacio circular con arena y rodeado de ventiladores que ayudan a crear determinados efectos,  recrea la trama en un mundo posapocalítiptico. Los sirvientes y soldados utilizan máscaras de gas y hay un buen tratamiento musical para respaldar la atmósfera del relato. Este juego refleja la ambición del montaje. Pero no es suficiente. Al elenco, dirigido por Joan Gómez Ponseti, le falta carisma para proyectar la intensidad dramática, la energía y el desasosiego que late en la 'partitura' shakesperiana.

No se puede negar el entusiasmo y entrega de los intérpretes, pero en un historia en la que la violencia y la locura de los protagonistas es capital para desnudar el trasfondo del drama, hay que potenciar al máximo su perfil. La adaptación textual es correcta, las frases y las réplicas del original suenan como latigazos, pero falta contundencia, sangre y mala leche y sobra un cierto amateurismo. Rafael Ferré (Macbeth) exhibe buena presencia y aptitudes para desplegar mejor su papel de desmedido personaje atrapado por sus continuas dudas e influido por una Lady Macbeht (atractiva Ingrid Calpe), que si se acerca al perfil malvado, venenoso y despiadado de quién quiere disfrutar de las prebendas del poder del rey usurpador. Es la más convincente de este desigual reparto de 10 intérpretes.

Personajes tan potentes como el asesinado rey Duncan, su hijo Malcom, Macduff o Banquo, el amigo de Macbeth (también ejecutado), quedan desdibujados en voluntariosas actuaciones menores. Con todo, el concepto del espectáculo y el aura juvenil que desprende pueden ayudar a captar a ese público que se acerca a la universal tragedia por primera vez