GRAN AUTOR RUMANO

Cartarescu: "Nadie se ha atrevido a escribir este libro"

El autor rumano, firme candidato al Nobel, publica 'Solenoide', saludada como una obra maestra

El escritor Mircea Cartarescu, en la librería Calders

El escritor Mircea Cartarescu, en la librería Calders / periodico

Elena Hevia

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Ante 'Solenoide' (Impedimenta / Periscopi), la última novela del escritor rumano Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956), solo cabe la admiración sin límites por un autor que concibe la literatura a la antigua usanza: la de iluminar la habitación trasera de la mente, ese lugar oscuro donde habitan las fantasías más inquietantes, el yo profundo. Impulsada por una extraña y fascinante maquinaria textual, la obra -que algún crítico ha comparado a la película ‘Interestelar’ por su empleo del tiempo y por su ambición-, sigue la vida miserable y terrible de un escritor fracasado que malvive como profesor de instituto. Es decir, el tipo de destino que pudo haber sufrido el hoy respetado Cartarescu. Atentos a este hombre, porque cualquier año de estos, si es que existe la justicia, le van a dar el Nobel.

Se podría decir que esta novela puzle es un punto de llegada de todas sus obsesiones, los personajes extravagantes, las arquitecturas alucinadas, los sueños, teorías matemáticas… ¿Le movió esa intención, hacer una obra total? Cuando escribí 'Cegador', mi anterior novela, que en realidad es una trilogía, los periodistas me preguntaban si había vida después de aquello. Y mi respuesta es esta novela que muy poca gente se esperaba, porque yo ya tengo una edad y daba la sensación de que me había vaciado en ella.

Ese pulso consigo mismo me recuerda al que es su cuento más conocido, 'El ruletista', en el que el protagonista juega a la ruleta rusa colocando tras cada disparo 'fallido' una nueva bala en el tambor. Existe un vínculo entre 'El ruletista' y 'Solenoide' porque ambos tienen un motor narrativo parecido, aunque el del relato sea muy simple y en el caso de esta novela, muy complejo. Entre uno y otra median 35 años y he aprendido mucho en este tiempo.

¿Esta novela podría leerse, entre muchas otras interpretaciones, como la reescritura del diario de Kafka? Realmente lo que escribe mi protagonista, que no tiene nombre, puede ser leído como un diario pero también como una novela fantástica. Es un texto que intenta abarcar las diferentes personalidades de mi héroe y de alguna manera, el libro que ningún escritor se ha atrevido a escribir. Ni siquiera yo.

Esa es buena… pero lo ha escrito usted. Sí, de una forma paradójica sí, pero solo lo he logrado cuando he entendido cuan miserable es ser escritor. Porque mi novela es también un panfleto contra la literatura.

En el libro su personaje dice que no quiere escribir por placer ni para divertir a nadie, sino para comprenderse. ¿Esa es la idea? Eso es. Eliminar de la figura del escritor todo lo que tiene de falso, de correr detrás de los premios y de la gloria.

Como hizo Kafka, su santo patrón. Mi personaje se parece a Kafka porque es el autor que más se ha acercado a ese ideal.

¿Y podríamos decir que su héroe es un trasunto de Mircea Cartarescu? Digamos que es un gemelo mejorado, mucho más devoto de su arte de lo que yo jamás podré ser.

¿Usted sería capaz de pedirle a su mejor amigo que quemara su trabajo? Esa sería la prueba definitiva. Claro que no. No podría. Pero tanto Virgilio como Kafka lo hicieron y por eso les tengo una enorme admiración.

Hay una frase en el diario de Kafka de la que se ha hablado mucho. El día que Alemania le declaró la guerra a Rusia escribió: "Por la tarde fui a nadar". Usted no es tan despectivo con la realidad. Aunque no lo parezca, 'Solenoide' podría ser también una novela política. Bueno, Kafka fue un profeta político aunque no participara en la política de un modo directo. Sin embargo, sus obras presienten y dibujan mejor que nadie el genocidio judío y los horrores del siglo XX. Así que no tienes que estar implicado en política para ser un escritor político.

"'Solenoide' es un texto humanista en el que existe una esperanza para el futuro, incluso en las condiciones oscuras en las que vivimos" 

¿Y en qué medida 'Solenoide' participa de eso? Es mi primer libro que tiene una dimensión ética explícita. Trata de un mundo en el que existe el mal y en el que los hombres se sienten sin ningún tipo de poder sometidos al sufrimiento. Mi personaje es solidario y no busca una salvación individual sino colectiva. Es un texto humanista en el que existe una esperanza para el futuro, incluso en las condiciones oscuras en las que vivimos.

Imagino que sueña usted mucho. Desde los 17 años anoto todos mis sueños. Bueno, los que consigo recordar por la mañana. De ellos seleccioné unos 50 para utilizarlos en 'Solenoide' y les añadí una interpretación. La vida de los sueños es muy importante para mí, diría que algunos momentos esenciales en mi vida han ocurrido durante el sueño. Muchos de mis cuentos nacen de ahí y he llegado incluso a soñar versos.

Suele decir que no hace distinciones entre la realidad y la ficción y esa sería la característica de los sueños. Es que me dejo llevar muchas veces por las ensoñaciones y los ‘déjà vu’ me asaltan a menudo. Así es como vivo. Nuestra mente no diferencia lo que es real y lo que es onírico. Para mí un sueño es mucho más real que muchos días vividos y muchos días reales son más fantásticos que los sueños.

En los sueños, los lugares, los espacios tienen una característica especial. Y esa arquitectura fantasiosa estilo Escher o Piranesi tiene un peso importante en la historia. En 'Solenoide' he intentado construir una ciudad en la que me guste vivir. Y me he dado cuenta de que mi corazón se siente a gusto en una ciudad en ruinas. Las ruinas siempre han sido fascinantes para los europeos, los románticos estaban obsesionados por ellas. En la novela he imaginado un arquitecto que construye Bucarest de una sola vez. Pero la idea genial es que la construye como una ruina. La ruina es una metáfora de todas las cosas de este mundo, del hecho de que las personas desaparecen y nada es para siempre, que el pasado se va alejando de forma inexorable. Y al final, la ciudad aparece como un lugar crepuscular.

¿De verdad, de verdad, se siente a gusto en una ciudad en ruinas? Hace tres años una revista belga preguntó a muchos escritores cómo se imaginaban el paraíso. Y respondí imaginando un planeta con innumerables ciudades desiertas. En la que no existían más que niños que no hace más que explorar los diferentes lugares, metiéndose en las casas. Creo que forma parte de un viejo recuerdo mío de cuando vivía en un edifico junto a 30 familias y yo era el único niño de aquella comunidad. Podía entrar en cualquier casa y era recibido con los brazos abiertos.

En la novelas, las pistas que da sobre la infancia del protagonista, es decir la suya, no son precisamente felices. Viví una infancia extremadamente traumática porque los años 50 en Bucarest fueron muy tristes. Todo era desagradable y doloroso. Las vacunas, las temibles inyecciones, los dentistas operaban sin anestesia, eran terrorífico y además a todo eso hay que añadir una feroz dictadura. La pobreza era extrema, yo vivía con mis padres en una habitación minúscula como la celda de una prisión, allí vivíamos, dormíamos y cocinábamos. Pero al fin y al cabo era un niño y simplemente disfrutaba de la edad que tenía.

"De niño la pobreza era extrema, yo vivía con mis padres en una habitación minúscula, donde dormíamos y cocinábamos"

Una de las cosas más inquietantes de la novela es esa recurrencia a las piezas dentales, a la piel muertas, a los órganos internos del cuerpo, a su corrupción. Sí, se ha hablado de suprarrealismo anatómico. Yo presto mucha atención a los detalles expresivos y el cuerpo es el que mejor expresa porque a través de él sentimos las sensaciones y el sufrimiento. Si no hubiera sido escritor habría sido biólogo. Siempre me ha fascinado la biología y la entomología. He escrito mucho sobre insectos y arañas. En 'Soleinoide' me he centrado en los parásitos, que son los organismos más inquietantes.

De hecho, el protagonista llega a convertirse en un ácaro. Eso es muy kafkiano, pero también recuerda a 'Viaje alucinante', una vieja película de ciencia ficción. Mi alter ego se ve reducido al tamaño de un parásito por otro personaje que es una especie de dios de los ácaros. Y con ello he construido un mito crístico porque el escritor es enviado a ese mundo para salvarlo. Lo cierto es que no lo consigue, tendrán que pasar 200 páginas para encontrar una salida auténtica.

La casa donde vive su protagonista es, de hecho, un laberinto. ¿Es esa la estructura de la novela? Más bien es como un cuerpo humano con muchos órganos diferentes que funcionan al mismo tiempo, aunque parezcan independientes. Por ejemplo, está el caso de la familia de George Boole, el creador de la lógica matemática. Una de sus hijas se casó con Charles Howard Hinton, matemático y escritor de ciencia ficción interesado por la cuarta dimensión. Otra, la escritora Ethel Lilian Boole se casó con Wilfrid Voynich, que dio nombre al Manuscrito Voynich, un libro extrañísimo escrito en un alfabeto desconocido hacia el siglo XV.

La novela es de hecho una imagen especular de ese libro mítico.  Sí, la historia de ese manuscrito es la más poderosa de mi libro, el momento en el que se llega a la apoteosis.

¿Cómo recomendaría esta novela al lector? ¿De qué manera eliminaría sus prevenciones? Los libros son como los peldaños de una escalera, si los primeros son demasiado altos nos cansamos muy deprisa. Yo no recomendaría al lector medio que empezara por 'Solenoide' pero si lo hace, saldrá ganando. Porque es un libro que se lee de una forma extremadamente fácil aunque su composición sea compleja. Puede ser leído sencillamente como una novela de formación. Pero, claro, me gustaría que el lector llegara a todas sus cotas, a las partes filosóficas y metafísicas.