CRÓNICA TEATRAL

Concha Velasco, 'fenómeno fan' en el Borràs

La veterana actriz protagoniza un entregado 'tour de force' en su monólogo de 'Reina Juana' sobre la proscrita hija de los Reyes Católicos

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JOSÉ CARLOS SORRIBES

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Ahí es nada: echarse a la espalda un monólogo de hora y media cuando vas a cumplir 78 años, este 29 de noviembre, día de función en el Borràs. Y con la salud algo maltrecha en los últimos tiempos. Pero si te llamas Concha Velasco, todo genio y figura, a quién le sorprende que el público la aclame con gritos de "brava" en el saludo final el día del estreno de Reina Juana en el Borràs. La actriz es un valor seguro en Barcelona y cuenta con un público fiel en grado sumo, que fue protagonista de un fenómeno fan poco habitual en los escenarios teatrales. Tras el estreno, y aún sofocada por su entrega, la insigne actriz se dirigó a su gente entre vítores y con la compañía de Gerardo Vera, el director de Reina Juana, también en el escenario.

Velasco se embarca en un viaje alrededor de la figura de Juana la Loca, la hija de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos. Reina de Castilla, fue apartada del trono y encerrada 45 años en el palacio de Tordesillas por orden de su padre, y después de su hijo, el emperador Carlos. El destierro llegó por una supuesta enfermedad mental. El copioso texto de Ernesto Caballero reivindica su figura y es toda una lección de historia a partir de los avatares de una mujer que pese a su zozobra existencial vivió hasta los 75 años. El dramaturgo juega con la confesión de su última noche para zambullirse de forma muy detallada, a veces con más ahínco narrativo que puramente teatral, en una accidentada biografía de una mujer con una lucidez impropia de su tiempo.

En una oscura mazmorra

En manos de Concha Velasco, el texto llega siempre de forma diáfana al espectador porque la actriz es una maestra de la dicción. Sí acusa en ocasiones el esfuerzo de esa hora y media y del tono discursivo de Reina Juana, con lo que casi se echan en falta algunos silencios. Pausas que podrían abonar el desamparo de la protagonista en un espacio que es como una oscura mazmorra, en el que apenas hay una cama, un reclinatorio para confesarse, una puerta y una ventana. La eficaz  escenografía la firman Alejandro Andújar y el propio Gerardo Vera. El director aúpa y mima siempre a su actriz en un montaje cuidado, de teatro clásico en el mejor sentido, y con unas proyecciones de vídeo de adecuado carácter documental.

La veterana actriz despliega todas las capas de un personaje histórico en la última noche de su agitada vida

Pero todo se convierte en el acompañamiento para el tour de force de la protagonista, que despliega todas las capas de un personaje histórico, de carácter rebelde, de humor incluso socarrón pese a su cautiverio, y que se va de este mundo con la conciencia tranquila. La misma que debe tener su protagonista después de no escatimar esfuerzos en un trabajo propio de los grandes nombres de la escena. Algo que nadie le discute a Concha Velasco. Y menos esos fans que llevan tantos años acompañándola.