CRÍTICA DE LIBROS

'Toda una vida', de Robert Seethaler: belleza ambigua

Robert Seethaler ha escrito la equívoca vida de un campesino de los Alpes arrastrado por el destino

Paisaje alpino en Austria.

Paisaje alpino en Austria. / periodico

Vicenç Pagès Jordà

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En poco más de cien páginas, Robert Seethaler (Viena, 1966) ha escrito la vida de Andreas desde que es adoptado hasta que siente su último suspiro en un establo, mucho años después. Entre medio, vive en condiciones durísimas en un valle de los Alpes con el único paréntesis de la guerra y del encarcelamiento en Rusia. Otros hitos son la emancipación familiar, el trabajo, su boda, la muerte de su mujer, la transformación en un viejo solitario.

'Toda una vida' está presentada por un narrador que asume el punto de vista de Andreas, aunque con un lenguaje mucho más elaborado que el suyo. La novela es la elaboración gramatical y literaria de los pensamientos y vivencias de un hombre rudo, de educación limitada, que apenas habla. La belleza del libro proviene de este contraste. Si bien elemental, el protagonista practica una moral sólida, tiene una sensibilidad oculta y se siente agradecido con el mundo.

Andreas es fiel como un perro, y no mucho más complejo. No se siente culpable de nada

Robert Seethaler se sirve generosamente de la elipsis. En lugar de adentrarse en descripciones detalladas, se entretiene en detalles significativos. La novela transcurre en un entorno bello y extremo, en el que predomina el sector primario hasta que se construye el teleférico y, más adelante, llega el turismo en masa. Una de las escenas muestra a un joven esquiando por encima del lugar donde había estado situada la casa que Andreas construyó con sus manos.

Si todas las novelas tratan sobre el paso del tiempo, esta tiene la particularidad de evitar cualquier elemento superfluo. Andreas es fiel como un perro, y no mucho más complejo en el plano psicológico. 'Toda una vida' transita por la fina línea que separa la sabia aceptación de lo inevitable y el conformismo acrítico. Al final de sus días, Andreas no se siente culpable de nada, pero sabemos que se presentó voluntario a la Wehrmacht y que fue uno más de los soldados que se dirigió a la conquista de otro país. En este sentido, la novela reproduce la ambigüedad de la serie alemana 'Heimat', en la que parecía tan natural e inevitable trabajar la tierra como llevar un brazalete con la svástica. Andreas podría haber sido un personaje secundario de esta serie, el anciano de quien nadie conoce el pasado y que un día muere solitario. Robert Seethaler ha escrito con maestría la equívoca historia de un personaje que se comporta como una hoja llevada por el destino.