Jordi Puntí: el aroma de una época

En 'Això no és Amèrica', los personajes de Puntí han crecido y se han convertido en 'losers' de mediana edad

Jordi Punti, en la librería Laie.

Jordi Punti, en la librería Laie. / periodico

Vicenç Pagès Jordà

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Con solo cuatro libros, Jordi Puntí (Manlleu, 1967) es un referente de la literatura catalana actual. Los dos primeros libros de cuentos ('Pell d’armadillo' y 'Animals tristos') fueron celebrados y traducidos, la novela 'Maletes perdudes' fue multipremiada y 'Els castellans' se ha convertido en uno de los libros más vendidos de la editorial L’Avenç. Hace tiempo que sabemos que está escribiendo una biografía, que se ha complicado tanto que se puede haber convertido en una metabiografía o quizá en una postbiografía.

Siete años después de su último libro, cuando ya teníamos ganas de leerle alguna novedad, se acaba de publicar 'Això no és Amèrica', que recoge nueve cuentos de encargo que habían aparecido en diferentes publicaciones en los últimos 17 años. Encontramos en ellos una combinación parecida a la que ya conocíamos, es decir, personajes sedentarios, enamoradizos, bonachonamente grises, narrados con oficio no exento de humanidad. "La majoria de les persones tenen una vida previsible, calcària, i només l’atzar els ofereix de tant en tant l’oportunitat de canviar i renovar-la", leemos enel cuento 'Premi de consolació'.

'Losers' de mediana edad

A lo largo de estos años, los personajes de Puntí han crecido y se han convertido en 'losers' de mediana edad: "Em sentia un arreplegat sense consol", leemos en el cuento 'Set dies al vaixell de l'amor'. En lugar de pasar las tardes jugando al Trivial como antes, ahora tienen hijos, superan crisis, se separan, pasean, viajan solos. Más que narrar escenas, Jordi Puntí condensa biografías enteras a partir de un recuerdo, de una ausencia, de un retorno. A menudo el protagonista conoce a un personaje que lo pone en contacto con una vida más intensa que la suya.

Otra característica de esta colección de relatos es el aroma 'vintage'. Los personajes escuchan música en un 'walkman', van al cine Arkadin, conducen un Renault 5, fuman en la discoteca, escuchan a Orange Juice... El título del libro remite a una canción de David Bowie de los años 80. De hecho, uno de los textos se publica con el subtítulo 'Conte analògic' para que nos hagamos cargo de que está situado en una época anterior a las redes sociales, cuando aún eran posibles situaciones como las que narra.

¿Hasta qué punto tenemos derecho a pedir a un escritor que escriba más, que publique textos con más asiduidad? No querríamos tener que esperar siete años más para leer otro libro de Jordi Puntí.