D'A FILM FEST

'Fixeur': los límites morales del periodismo

El director rumano Adrian Sitaru trae al D'A una película compleja y emotiva sobre las fronteras que no deberían cruzarse ni con buenas intenciones

El director rumano Adrian Sitaru, fotografiado este jueves en Barcelona.

El director rumano Adrian Sitaru, fotografiado este jueves en Barcelona. / periodico

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Adrian Sitaru (Deva, Rumanía, 1971) reconoce no haber sentido nunca un interés particular por el periodismo, pero una buena historia relacionada con este oficio se cruzó en su camino: Adrian Silisteanu, su director de fotografía habitual, le habló de una experiencia que tuvo en sus años como 'fixer' ('arreglador') en Bucarest. "Diez años después, todavía sentía cierta culpa respecto a aquello", nos explica Sitaru en la cafetería del Hotel Pulitzer.

La historia es más o menos la misma en el centro de 'Fixeur', que podrá verse mañana, viernes, en el Aribau Club 2 (20.00) y el domingo en el Aribau Club 1 (17.30) dentro del programa del D’A. Radu Patru (Tudor Istodor) es becario en la oficina de France Presse en Bucarest. Desde su posición de 'arreglador', se encarga de que periodistas más instalados tengan las cosas fáciles, por ejemplo ejerciendo como traductor si aquellos no saben rumano. Él quiere ser uno de esos periodistas instalados, y con afán de trepar explora a fondo el caso de dos adolescentes rumanas, conectadas con una red de prostitución, que acaban de ser deportadas desde Francia. A base de pedir favores consigue una entrevista con una de ellas para un reportero francés, pero en el momento de la verdad sobrevienen dudas.

Sitaru empatizó con la historia y el sentimiento de culpa de Adrian/Radu porque él mismo, como director, tiene dilemas morales sobre "cómo tratar a los actores cuando son niños, cómo filmarlos. Es muy fácil, en nombre del arte, en nombre del buen cine, en nombre del buen periodismo, hacer cosas terribles. En este mundo tan competitivo a menudo se cruzan límites morales para estar en la cima".

'Fixeur' debería ser película de visión obligatoria en las aulas de periodismo. Sin embargo, no solo afectará a los interesados por la información, cómo perseguirla, cómo (no) explotarla. La idea de traspasar unos límites mientras se tienen las mejores intenciones se aplica aquí también a la paternidad. "Tengo una niña. Y a veces por amor cometes auténtico abuso emocional con un hijo. Les fuerzas a ser números uno, a hacer algo que quizá no quieran hacer. ¿Dónde está el límite? Es algo muy fluido. No tengo la respuesta. Solo tengo dudas".

LA HUELLA COMUNISTA

Como buen exponente de la Nueva Ola Rumana, 'Fixeur' aborda cuestiones morales sin tirar tanto de blancos o negros como de esa ambivalencia incómoda de la que está hecha la vida. Según Sitaru, el interés por la moralidad de los directores rumanos podría partir "del hecho de haber vivido mucho tiempo bajo el régimen comunista y tener un sentimiento de culpabilidad. Incluso aunque nuestros padres no fuesen colaboradores, solo el hecho de haber aceptado vivir así… Era una especie de aceptación muda".

Sitaru empleó como consultor de guion a Razvan Radulescu, quien ha trabajado con Cristi Puiu, Cristian Mungiu o Radu Muntean, es decir, la plana mayor del nuevo cine rumano. Todo parece conectado. Solo parece. Desde fuera se ve más fácil a un grupo homogéneo que desde dentro, avisa el director: "No somos un club de amigos con reuniones regulares para hablar de temas que nos interesan, etcétera. No existe una comunidad fuerte". 

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