Taburete, del morbo a la fama

Las alegres, despreocupadas, vacacionales canciones de Taburete se van haciendo grandes día a día, o al menos, lo hacen los recintos donde se disponen a sonar. Tras pasar por La 2 de Apolo, Razzmatazz 2 y Bikini, el grupo se dispone a llenar este sábado el Sant Jordi Club dentro de la gira que le llevará, el jueves que viene, al Palacio de los Deportes (WiZink Center) de Madrid, su ciudad. “Sí, ¡es un desfase!”, admite a este diario su cantante y compositor, Guillermo Bárcenas.

Hablamos, sí, de la banda del hijo del que fuera tesorero del PP, Luís Bárcenas, una formación cuyo bajista responde por Antón Carreño, que es hijo de Gerardo Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE también familiarizado con la prisión de Soto del Real por sus actividades en torno a Viajes Marsans. Credenciales que envuelven al grupo en un aura de disparate y morbo, entre la curiosidad y el prejuicio. “Por un lado esto nos ha venido bien, aunque se nos ha intentado ridiculizar: ‘mira estos, como la Pantoja’. Pero reconocemos que la historia tiene su gracia, nos ha dado publicidad y ha captado a gente que luego es fan de Taburete”, explica Guillermo quitando hierro. “En el Sonorama alguien del público salió con una bandera de Suiza, pero nos lo tomamos con humor”.

FIESTA AMBULANTE

Taburete comenzó a andar con un disco autogestionado, ‘Tres tequilas’ (2015), al que siguió ‘Dr. Charas’, cuyo título alude al mote de su batería, Manuel Hevia, médico del hospital de La Paz ahora en excedencia. “Nos conocimos en una despedida de soltero en Granada y somos como hermanos”, revela el cantante. Sí, todo en Taburete tiene ese aire de fiesta ambulante: canciones sobre juergas, viajes, aventuras alegóricas… “Son canciones evasivas porque muchas las compuse con 20, 21, años. Pero no me resulta fácil escribir piezas sentidas, en las que me abra mucho”, confiesa.

Su música desprende un aire desenfadado, entre la verbena popular y “el pop más cantarín”, con el influjo del género melódico. “El otro día pensaba que alguna canción de Perales, llevada a nuestro terreno, podría pasar por canción de Taburete”, reflexiona. Su idea de la composición es muy abierta. “Nos gusta la variedad, no encasillarnos”, indica. Piezas como ‘Al alba’ despliegan aires de canción popular con trompetas de mariachi. Se mueven con soltura en México y la ranchera forma parte de su imaginario. “En México, la prensa solo ve a un grupo de música, no saben quién es nadie y eso es un gusto”.

MÁS ALLÁ DE LOS PIJOS

La promotora de sus conciertos pide evitar las preguntas políticas. Bien, pero, ¿podemos hablar de la percepción del público sobre ellos? ¿Fans de derechas que les miran con simpatía? “Puede ser. Como no participamos de ese movimiento de izquierdas que me parece hipócrita, con consignas que no son de verdad como las que sueltan en los Goya, eso puede gustar a un tipo de gente que quizá esté un poco cansada”, se suelta Guillermo. “Porque las cosas son así: en este país la cultura es de izquierdas. También porque la derecha la maltrata, todo hay que decirlo”, añade. Insiste, no obstante, en que “los fans de Taburete no son todos pijos, ni muchísimo menos, hay de todo”.

La canción ‘Sirenas’ les ha dado el empujón para atraer a un público del que “el 70% son chicas y el 30%, chicos ‘superhooligans’ del grupo”. En abril publicarán ‘Tres tequilas y un mezcal’, reedición del primer disco con canciones inéditas: entre ellas, ‘Blue Rihanna’, su debut en inglés, y una versión de ‘El toro y la luna’. Son siete, pero en el Sant Jordi serán diez, con más metales y percusiones. Y van para largo. “Tengo 27 años y espero estar en esto hasta, al menos, los 40 y pico”.