CRÓNICA DE FESTIVAL

Americana 2017, días de gran cine

El festival de cine independiente norteamericano cierra una cuarta edición de éxito popular y artístico

Daniel Radcliffe, en un fotograma de 'Swiss army man', premio del público en el Americana.

Daniel Radcliffe, en un fotograma de 'Swiss army man', premio del público en el Americana. / periodico

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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A tenor de lo visto este fin de semana en el Americana, existe un público ávido de historias más pequeñas de lo habitual contadas de forma más personal que la habitual. Y aunque no se diga con tanta asiduidad como a mediados de los 90, todavía se puede confirmar en el cine de EEUU y Canadá en los márgenes como fuente de estímulos cinematográficos de toda naturaleza.

Esta cuarta edición de Americana solo puede calificarse de triunfo, tanto por la afluencia de público (6128 espectadores, un aumento del 20% respecto al año pasado) como por el alto nivel de la programación. Quizá 'Donald cried' no fuera la mejor forma de arrancar: el debut de Kris Avedisian, incómodo reencuentro de dos antiguos mejores amigos, se mueve entre empatía y vergüenza con menos habilidad de la deseable; Todd Solondz solo hay uno, como ha vuelto a confirmar el gran políptico 'Wiener-Dog'. 

Pero en general el festival ha sido un ídem: una oportunidad para comprobar que muchas de esas películas que celebran en los medios foráneos desde hace algunos años eran para tanto. Como 'James White', de Josh Mond, el retrato en constante movimiento de, curiosamente, un hombre incapacitado para moverse y acercarse a la madurez. No habría extrañado ver a James en 'Creative control', de Benjamin Dickinson, especie de capítulo largo de 'Black mirror' -sin el grado de perversa inteligencia de la serie- que pueblan también personajes egoístas y sin apego por el compromiso. Los hombres infantiles reaparecen en 'Joshy', de Jeff Baena, comedia bastante improvisada pero hipereficaz sobre una despedida de soltero para una boda que nunca fue.

'Joshy' arranca con un suicidio y 'Swiss army man' (premio del público), en un torpe intento de lo mismo, en lo que parece tributo al Hal Ashby de 'Harold y Maude'. Es solo una de las infinitas referencias combinadas por los Daniels en una 'dramedia' fantástica en la que todo vale, aunque no siempre sirva. La asimetría amorosa, raíz de su parte dramática, alimenta el segmento más memorable de 'Certain women', otro festín de resonante 'slow cinema' a cargo de Kelly Reichardt.

Crónica de un suicidio anunciado: 'Christine', de Antonio Campos, el 'biopic' no solo situado en los 70, sino filmado (reflejos granulados de Pakula y Lumet) al estilo de los 70, de una reportera televisiva que acabó con su vida en directo. Con ella dialoga, y a veces discute, 'Kate Plays Christine', de Robert Greene, en la que observamos a Kate Lyn Sheil prepararse para el papel interpretado por Rebecca Hall en la otra película; estamos ante el making-of de un filme imaginario, un experimento inyectado de buenas dosis de experimentación formal e ímpetu ensayístico. 

Documentales más al uso pero no menos ambiciosos, cada uno a su manera: 'Author: La mentira de JT LeRoy', crónica en primera persona de una gran estafa literaria; 'Weiner', absorbente seguimiento de la campaña por la alcaldía de Anthony Weiner en el 2013, trastocada por su enganche al 'sexting', o la emocionante 'Life, animated', historia de un autismo que mejoró gracias a los Clásicos Disney.