VUELTA A LOS ESCENARIOS

Isabel Pantoja quiere confesar

La tonadillera ha convertido el espectáculo de la gira que la trae al Palau Sant Jordi en un exorcismo musical en toda regla

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BEATRIZ MARTÍNEZ / MADRID

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La semana pasada arrancaba en Madrid la gira de regreso de Isabel Pantoja a los escenarios. Un 'world tour' en toda regla que recorrerá las principales ciudades de España y Latinoamérica y que este sábado vivirá su segundo capítulo en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Tras su particular calvario judicial y carcelario, la tonadillera demostró en su reaparición, ante una entregada audiencia de 10.000 personas que abarrotaba el WiZink Center, que algunos pecados se pueden purgar en un escenario. Dispuesta a resurgir de sus cenizas como un Ave Fénix con faralaes, Isabel Pantoja sabía que aquella era su gran oportunidad, su momento, y lo aprovechó, dejándose la piel en tres horas de concierto en las que derrochó poderío escénico y potencia vocal.

La expectación ante el 'comeback' de la artista era total. Al grito de "¡Isabel, Isabel!", el público no podía reprimir su expectación. Apareció sentada en un diván con un vestido negro de noche con cola blanca de lunares entonando 'Del olvido al no me acuerdo', uno de las 12 canciones que componen su nuevo disco, 'Hasta que se apague el sol', compuesto por el recientemente fallecido Juan Gabriel. Tras ella, un telón de estrellas de luz terminó desvelando la presencia de una impresionante orquesta sinfónica compuesta por más de 80 músicos bajo la batuta del maestro Carlos Checa y un coro de 25 voces.

"QUE ME ENFOQUEN LOS CAÑONES"

"Os he echado mucho de menos, no sabéis cuánto. Gracias por estar ahí tras este compás de espera". Estas fueron las primeras palabras de la Pantoja, que ha estructurado el espectáculo de la gira en tres fases. En Madrid, la primera de ellas estuvo marcada por el espíritu mexicano de Juan Gabriel, pero no faltaron los temas clásicos compuestos por José Luis Perales (entre ellos, 'Marinero de luces' y 'Se me enamora el alma'). La escenografía iba marcando el ritmo de cada una de las canciones. Crepitar de llamas, una luna romántica y destellos dorados que acompañaban a una Isabel Pantoja que, poco a poco, se iba creciendo: "Quiero que los tres cañones de luz me enfoquen a mí".

Especialmente emotiva fue la canción que dedicó a su madre, Doña Ana. "No te vayas nunca, por favor", le dijo mientras una cámara enfocaba a la familia de Isabel al completo que la acompañaba en una noche tan especial. La Pantoja tiene claro que con esta gira quiere sacar de dentro sus demonios, abandonar el pasado y ahuyentar las suspicacias creadas alrededor de su figura. Un exorcismo musical en toda regla. Por eso la letra de su himno "Hoy quiero confesar" cobra un significado metafórico especial: "Por si hay alguna pregunta en el aire / por si hay alguna duda sobre mí / hoy quiero confesar".

La segunda parte del espectáculo nos devolvió a una Isabel Pantoja vestida con un impresionante traje blanco de flamenca (todos los diseños son del modisto Ladrón de Guevara) para abordar su repertorio de copla. 'Antonio Vargas Heredia', 'Francisco Alegre', 'Ojos verdes' y un pequeño guiño a sus inicios con 'La niña y el marinero'. El último tercio dio protagonismo a un cuadro de flamenco que la acompañó para interpretar un conjunto de sevillanas en las que destiló la esencia de su tierra andaluza dominando el escenario con bailes y coros que terminaron por poner al público en pie, arrastrado a la fiesta de los bises finales al son de los ritmos latinos de 'El moreno' y 'Debo hacerlo' mientras todo se inundaba de purpurina dorada.